Lectura Capítulo 1 "Sho-shan y la dama oscura

A Einstein y a Burton tampoco los quisieron sus mamás...pero nosotros los amamos


La historia que a continuación narraré, es absolutamente verídica. Modificaré sin embargo el nombre y la profesión del muchacho en cuestión para evitarle problemas con su familia, que no es una familia digna de tener con ellos a uno de estos seres excepcionales. El motivo por el cual decidí reproducir su historia, es para que los lectores se percaten de los niveles de incomprensión y marginación que padecen los niños, jóvenes y adultos que tienen Sindrome de Asperger, como la pequeña heroína de Sho-shan y la dama oscura.

Antonio tiene una carrera técnica que le permite ganarse la vida -o, mejor dicho, contribuir al gasto familiar, porque vive con su madre y sus hermanos-. Tiene 17 años, edad en la que usualmente los jóvenes cursan la preparatoria o han iniciado estudios universitarios, pero su familia, que se considera su dueña y toma decisiones por él por considerarlo "discapacitado", lo han obligado a "hacer algo útil", algo que, por cierto, nada tiene que ver con lo que realmente le gusta al chico: escribir. Lleva incluso un blog-diario donde narra todas las viscicitudes de un joven con Síndrome de Asperger y es un blog deslumbrante, no solo por la deliciosa prosa de su autor, sino por cuánto informa respecto a su propio síndrome (ni el mejor psiquiatra del mundo conoce mejor el Síndrome de Asperger que los propios aspies).

Antonio, sin embargo, es afortunado. Aunque no considera tener vocación para lo que hace, ha aprendido a dominar los gajes de ese oficio mejor que cualquier profesionista. Alude al instrumental y a las terminologías de su entorno laboral no como lo haría un aprendiz o un "lleva-y-trae", sino como todo un graduado en la materia. Según sus propias palabras: "Me he ganado la confianza de tres jefes, que se dan cuenta de mi capacidad pero también de mi "dificultad" para comprender algunas cosas en doble sentido.

Hace cosa de dos semanas, Antonio y yo planeabamos reunirnos -junto con Murasaki y Lou-Lou, la niñita que inspiró el personaje de Cho-chan- para firmarle entre las tres el libro (aunque Lou Lou no firma: lo hubiera besado), pero cuando Antonio -que, encima de todo, es menor de edad aún- le comentó a su madre lo que planeaba hacer, esta montó en cólera y le dijo que de ninguna manera, que todo eso eran tonterías. Reproduzco textual lo que me ha dicho Antonio vía facebook y lo que le he respondido (por favor, fíjense en la redacción de Antonio: no le he quitado ni agregado una coma. Ya quisieran muchos chicos "normales" presumir de semejante talento:)

"Como sea, no creo que mi mamà me deje alguna vez reunirme contigo, la situacion familiar que vivo es muy estresante, no lo comprendo pero es dificil intentarlo, mi inteligencia pasa a tercer plano en estos topicos, se ve menospreciada porque segun los miembros de mi familia "no sirve de nada" por ejemplo, se burlan de mi cuando escribo alguna historia, ya han pasado muchisimos años desde que les dí a leer una pequeña historia y se burlaron de mi, ahora guardo mis creaciones para mi y vivo envuelto en una burbuja compuesta de actitud mental positiva que es pensar el lo que se que soy bueno y hacer caso omiso de aquello que no es bueno aceptar.

Cuando les comentè de vuestra existencia me dijeron "que perdida de tiempo" y "en que te beneficia" agregando "en eso gastas dinero" porque en mi casa es un mas un lujo comprar un libro que una necesidad...

Queridisima Eve, cuidate mucho, seguimos en contacto...un abrazo!

MI RESPUESTA

Querido Antonio: Voy a hablarte de forma muy directa y muy clara. Ninguna de las cosas que voy a decirte a continuación son metáfora, ni dobles sentidos. Es exactamente lo que pienso, y espero no te sientas ofendido, porque yo misma estoy llorando mientras escribo esto:
Pobrecita familia la tuya. Pobrecitos todos. Tienen con ellos a uno de esos seres excepcionales que nos mandan de un planeta de belleza y paz, y son lo suficientemente ciegos y tontos para no VERLO ni OIRLO. Me temo que nunca podría ser amiga de una señora que tiene un hijo tan maravilloso como tú y pretende sea un ser común y corriente; como cualquiera de nosotros, que no somos capaces de mirar más allá de nuestras narices.

Fuiste a dar con la familia equivocada....porque alguien que tiene un aspie en casa y le dice tonterías de ese tamaño-y no es metáfora-, no merece a ese ser maravilloso al que debieran amar y comprender. Que te quede claro, Antonio: no eres menos. Eres MAS. Dile a tu mami que el hombre MAS RICO DEL MUNDO (ya que tanto les importa el dinero) es aspie...diles que lo es también el medallista olímpico de natación, Michael Phelps, y Tim Burton, el director de cine. Y Einstein, el más grande científico de todos los tiempos. Salvo Phelps, ninguno de ellos puede presumir de haber sido amado por su madre, porque tuvieron que asumir el reto de forjarse solos y nadar contracorriente la incomprensión y la crueldad del mundo. No te dejes, Antonio, no te dejes....acude, si es necesario, a algún lugar especializado en el Sindrome. Insisto: eres más que todo eso. Eres un ser maravilloso y quiero que te quede BIEN CLARO.

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Si algún aspie lee esto y se siente identificado con Antonio, quiero que también le quede bien claro: los locos no son ustedes. Los locos son aquellos que no son capaces de advertir la belleza de sus sentimientos y de su intelecto. Cierto: tener un hijo aspie duele mucho, porque la inmensa mayoría de la gente no ha sido educada en la sensibilidad y la tolerancia, sino todo lo contrario...pero si no fuera por esa sociedad sumida en preocupaciones materiales y verdaderas tonterías (quien piense que leer un libro, cualquiera que sea, es una tontería y una pérdida de tiempo, es digno de compasión), las madres aspies debiéramos dar gracias al cielo por recibir el regalo de un hijo que es esencialmente bueno, curioso....E INTELIGENTE.

Pero...¿qué se puede esperar de una madre que piensa que los libros "son tonterías" y, por consiguiente, no se ha molestado en LEER y documentarse sobre la problemática de su hijo?

Mi respuesta a la incomprensión y rechazo que padecen mi hija, por ejemplo, ha sido escribir una novela absolutamente subversiva en cuanto a la técnica narrativa, sí -y pobrecitos de aquellos que pretendan abordarla como una novela de "monitos"-y disfrazarme. Si ser madre de dos hijas consideradas frikis -una otaku y una aspie-me convierte, por defecto, en friki....ME ASUMO ORGULLOSAMENTE FRIKI

Y si por mi fuera, adoptaría a Antonio y a todos los que, como él, tienen la desgracia de no ser apreciados por quienes más debieran ennorgullecerse de ellos.

Un amigo de Sho-shan comenta la novela

Esta reseña es de la autoría de José Bermúdez, un brillantísimo joven que tiene algo en común con Cho-chan, la protagonista de Sho-shan y la dama oscura: Síndrome de Asperger

Lectores, me gustaría centrarme en un tema específico: La novela Sho Shan y la Dama Oscura escrita por Eve Gil pero es algo que no podré hacer...¿razón?...ya lo verán...
Hace un tiempo, revolviendo entre la internet me topé con el blog "All about la Eve" yo buscaba información sobre el Sindrome de Asperger y una frase leída por azar hizo que no me pudiera levantar del asiento y continuara leyendo aquella redaccion de la en aquel entonces, una desconocida, una supuesta Eve.
"Qué bonito decir: no soy de Marte. Soy Asperger. Soy Virgo y soy Asperger. Soy Eve G. y soy Asperger. Mezcla de autismo e hiperactividad..."
Continué leyendo el post, se iba haciendo cada vez mas interesante. La redacción impecable, entendible y amena...tenia que ser una persona venerana en el arte de la escritura...y en efecto, asi era.
Eve Gil, nacida en la cálida Sonora, narradora y periodista quien ha destacado en su labor notablemente desde la publicación de su primer trabajo por el cual obtuvo un premio; autora de diez libros o como ella escribe, de cási once. Personaje critico que repudia la traición por pequeña que sea, madre de niñas que si bien no son de marte, la sociedad no encaja en ellas, Supermamá que cuida a una niña Aspie...mamá Aspie.
El tiempo pasó...cuando explicaba el Sindrome de Asperger a otra persona además de señalar que Bill Gates poseía AS mencionaba también a Eve Gil -¿Quién es Eve Gil? preguntaban -Es una escritora. El tiempo pasó hasta que cierto día puse en el buscador de google "Libros sobre Asperger" y aqui estaba sin querer (o queriendo) el nombre de la citada escritora: Eve Gil.
"Sho-Shan y la Dama Oscura es la primera novela en español que mezcla el mundo del manga y del ánime con la realidad...la historia de...Lu, quién padece Sindrome de Asperger..."
Lo busqué en todas las librerias sin obtener el resultado...decepcionado me conformé con abrir nuevamente el blog "All about la Eve" e intentar dejar algun comentario cuando observé en una esquina un enlace que decía "Facebook". Bendito Face, fué la herramienta que me ayudó a lograr comunicarme con Eve Gil y expresarle mis comentarios sobre sus duras críticas, recuerdo que en aquel entonces Eve se comenzaba a sentir incómoda al formar parte de una página pública.
Eve Gil no es una diva, es un ser humano. Sin esperarlo, recibí respuesta a mis mensajes y entre las lineas escritas por Eve, me comunicaba que podía adquirir el libro en cualquier sanborns del país. ¡Ya la hice!
El viernes obtuve el libro, hoy domingo lo he terminado y después de enjugarme las lagrimas que logró sacarme escribo esto, lectores, porque este es un libro que todos deberían leer.
La historia es sobre una familia, La madre escritora, el padre médico cirujano, la hija mayor es mangaka y la hija menor es acusada de infanticidio. La hermana menor -Luisa- tenía solo cuatro años cuando es culpada de asesinar a su mejor amigo, Toto. La familia enfrenta un proceso no solo legal, sino de cambios emocionales que se funden en la energía del mundo mangiko regresando al real con una sola frase o palara.
Condiciones citadas en el texto tales como llanto, desesperación, locura, violencia, división, duelo y muerte son sabiamente enfrentadas por los personajes, nosotros, en la linea de fuego observamos que las herramientas que vencen a los fenomenos mencionados son sus antónimos...risa, paciencia, cordura, paz, esperanza y vida.
Eve Gil nos expone que es posible crear un mundo paralelo dentro de los muros que nos proporcionan (o deberían) intimidad, la posibilidad de construir un Imperio Bonsaí tal y como Dama y Murasaki han hecho, donde existen rituales para hablar de temas serios, como en la edad media los profesores se sentaban es su cátedra para hablar sobre temas serios, Dama y Murasaki se reúnen tras su Biombo...·El Biombo de Honor", tambien, que una persona "diferente" es comunmente excluida por aquellos que se declaran normales, pero que no se dan cuenta de que una persona "diferente" es como un volcan andante que carga con su potencial, mismo que algún día descargará de una u otra forma.
"Flágil como el locío suspendido en la luz de la mañana...sel casi puñado de ceniza...¡Pelo peliglosa!, polque flagilidad del de dentlo, está en mente y colazón..."1
La difamación y distorción de la realidad por los medios de comunicación es un tema importante dentro de la trama, uno como lector llega a odiar a los ni tan ficticios medios de inforacion amarillista porque existen y vivimos rodeados de ellos.
"¡Ya no hallan que inventar pa' vender periodicos estos jijos de su...! Pero al ratito Lupida D'Alessio cambia de marido y se olvidan de asté, mi se preocupe"2
Se podrá preguntar el lector si lo que lee no le ha ocurrido o si ha presenciado algo parecido, porque la trama auque mangika en el imperio bonsaí y en la imaginación, se desarrolla a extramuros en un sistema defectuoso repleto de corruptos y abusivos que se hacen llamar y proclamar representantes y salvadores de la nación.
"No solo demonio. Es también esta sociedad absulda en la que han caído. Sociedad calente de imaginación que no tolelal lo difelente, tampoco lo impledecible, lo fuela de lugal..."3
La historia llega a culmina con un final inesperado. Es imprescindible que si el lector tiene miedo a hacer el ridículo, no lea el libro en un camión porque llorará a moco suelto (o ¿tendido?).
Estimado lector, una historia que trascenderá por las generaciones -o al menos en la mia-

1. Eve Gil, Sho Shan y la Dama Oscura. Suma de Letras 2009. Pp. 44
2. Eve Gil, Sho Shan y la Dama Oscura. Suma de Letras 2009. Pp. 128
3. Eve Gil, Sho Shan y la Dama Oscura. Suma de Letras 2009. Pp. 173

Presentación del primer disco del grupo rockero mexicano DRIVEN







Escenas del concierto del grupo Driven, efectuado este sábado 26 de junio en ENJOY SINS, con motivo de la presentación de su primer disco titulado simplemente DRIVEN y que contienen canciones realmente impresionantes, en especial si tomamos en cuenta que se trata de su disco debut.
Entre el repertorio de Driven -que cantan lo mismo en español que en inglés- figura la canción "Locura" que si bien no fue escrita exclusivamente para la novela Sho-shan y la dama oscura, ha terminado siendo su canción-tema, y es que la letra no puede estar más apegada a la trama de la misma y el grupo ha adoptado (y viceversa) a esta, la primera novela de "realismo mángiko" escrita en español.
Por supuesto, Locura fue una de las rolas interpretadas durante esta tocada, con Mireya Mendoza, su vocalista, al piano.


Mireya Mendoza se desempeña, además, como actriz de doblaje: la reconocerán como la Princesa de la más reciente producción de Disney, La princesa sapo y Kaname Chidori, de Full Metal Panic. Es además la voz oficial de Murasaki Fujita, la narradora de la misma Sho-shan.
El concierto fue cerrado con dos sorpresas: el primer cover del grupo, una versión heavymetalera de Come undone, de Duran Duran que, casualmente...¡Es el grupo favorito de Eve Gil, la autora de Sho-shan!
Asimismo invitaron a tocar con ellos al grupo rockero Agora que fungió como padrino de este espectacular debut de Driven.
Para los interesados en conocer a este sensacional grupo o adquirir su disco, pueden visitarlos en
Además, la canción "Locura" encabeza la lista del primer i-pod de este mismo blog que contiene el Soundtrack de Sho-shan y la dama oscura.

Driven está compuesto por
Mireya, vocales
Estuardo, batería
Viny, guitarra
Rokko, bajo
Isra, guitarra



Lo que Sho-shan NO es

Aunque el 99.9% de los comentarios que he leído sobre Sho-shan y la dama oscura son altamente positivos -y los agradezco desde lo más oculto de mi pecho-, no ha faltado un 0.5% que diga o escriba cosas negativas, tonterías, para ser francos; las cuales, para acabarla de amolar, son dichas o escritas sin que los declarantes hayan leído siquiera la novela (dicho por los propios "críticos", no lo digo yo)
En México tenemos esa horrible costumbre: arremeter contra libros o películas que ni siquiera hemos visto o leído. No sabría explicar sociológicamente este fenómeno, pero cualquier cosa que goce de cierto éxito o prestigio se convierte de inmediato en blanco de ataques sin fundamento.
Hay un par de detalles que ese 0.5% tiende a repetir y que me dispongo a desmentir:
Quien esto escribe, autora de Sho-shan y la dama oscura, no salió de la nada. No irrumpió en el ámbito editorial con esta novela. Para ser más precisos: Sho-shan y la dama oscura es mi quinta novela y mi décimo libro, si tomamos en cuenta mi producción en otros géneros (ensayo y relato, básicamente) Por si fuera poco ejerzo el periodismo desde 1991 y en 1994 obtuve el Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez. Antes de Sho-shan yo ya era más o menos conocida...y no tengo la culpa de que haya gente que no lea las contrasolapas para enterarse de la trayectoria de los autores antes de declarar semejante tontería
Sho-shan y la dama oscura no es un manga. Esto lo he declarado hasta la saciedad. Es una novela. De letritas, para que mejor entiendan los que jamás han abierto una novela.Va acompañada de algunas viñetas de Murasaki Fujita, quien también es la protagonista narradora de la novela. Mi teoría personal sobre el realismo mángiko la he publicado en esta misma página, y para nada se trata de "enchílame la otra". Es algo harto complejo, lo cual no significa que quien lea la novela se va a aburrir, porque la teoría pertenece al autor y la aplica de tal manera que esta pase inadvertida para el lector.
Por supuesto que antes de escribirla tuve que sumergirme en el mundo de los otakus...y me gustó tanto que me convertí a ese estilo de vida (de otra manera no hubiera podido escribir Sho-shan)
La segunda parte no tendrá viñetas, sino fotografías de cosplays diseñados ex profeso para la novela. No faltará quien diga que se trata de "un libro de fotos de cosplay", cuando las fotos, lo mismo que las viñetas de Sho-shan, son solo el complemento de la trama.
Ojalá aprendiéramos a no opinar hasta tener un conocimiento de lo que vamos a criticar. Ojalá algún día olvidemos los prejuicios contra todo aquello que compete a los jóvenes y dejemos de pensar que los animes, los mangas y el cosplay son divertimentos sin fundamento. Un niño otaku -y eso lo he podido comprobar a través de estos meses- siempre será más culto que un niño que no lo es, ¿por qué?, porque goza de conocimientos adicionales relacionados con una cultura que no es la propia...así que todos aquellos que crean que Sho-shan es un manga para otakus mexicanos, por favor, leánla y luego opinen...

Peripecias de Girlycard rumbo a Culiacán


En vista de que acepté la encomienda de Sir Integra de asistir a Culiacán en su nombre –quien a su vez suele presentarla en nombre de Eve Gil, autora de Sho-shan y la dama oscura- a presentar la novela que tan dignamente nos representa a los personajes de manga y anime, me esmeré en mi arreglo personal para presentarme con puntualidad inglesa en el aeropuerto (aunque a estas alturas del partido ya no sé de dónde diablos vengo, si de Transilvania, de Varsovia o de Londres… bah, no importa mucho en realidad)
Pues bueno, me puse mis mejores galas –las únicas que conocen, jejejeje- excepto mi gorrito que podría maltratarse en el camino, así que lo doblé –y besé- cuidadosamente en el primoroso baúl que me prestó Sir Integra. Me cercioré, tal y como mi Master me indicó, de cubrirme los ojos con unas gafa insondablemente negras –para que nadie se percate de la endemoniada tonalidad de mis pupilas- y recogerme la cabellera en un moñete porque, me dijo, “te vas a morir de calor, Girly”. El taxista que pasó a recogerme a casa de Mrs Gil, que me enseñó un poquito de caligrafía –para firmar ejemplares con su misma letra- tuvo la buena educación de disimular su pasmo al toparse con una señorita vestida de varón, de blanco enfermero, con corbata, guantes con signos extrañísimos, y unas gafas de narco que para qué les cuento (después entendí por qué Sir Integra hizo especial hincapié en que usara precisamente esas gafas), pero realizamos el trayecto hasta el aeropuerto en perfecto silencio, cosa que agradecí porque, como saben quienes me conocen, soy de pocas palabras (a menos que, como se verá a continuación, me provoquen a hablar)
Llegué al aeropuerto arrastrando el baulito donde acarreaba mi gorrito peludo, un relicario familiar de varias décadas que es mi amuleto de buenas suertes (y donde incluyo una foto de Walter cuando era joven, ahhhhh), mi hielera con dotación de sangre para dos días –aunque dicha hielera indica el nombre de famosa marca de jugos de tomate que no puedo mencionar, dicen, porque nos cobran el comercial- y unos regalitos para la parentela de Miss Ellen, una querida amiga de Mrs Gil. Ingresé en el recinto, muy mona –porque como Alucard habría empujado las puertas con mi hombro y avanzado renqueante y matón hasta los mostradores… pero las mujeres, ya se sabe, son más lentas y traemos un bulto denominado caderas que nos impiden, malditas, semejante libertad de movimiento- y me formé en una fila de la aerolínea que me indicaron, donde se encontraban cuatro mozalbetes (dos niñas y dos niños) cotorreándola con la señorita encargada. A un lado de este mostrador había otro con dos empleadas desocupadas donde, pensé, podrían atenderme –porque los otros ya hasta pasitos de hiphop le enseñaban a la alelada encargada- pero apenas me acerqué a preguntar si podían entregarme mis boletos y documentar mi equipaje, una de las dos señoritas, terriblemente mal encarada y fea –he ahí el motivo de tanta amargura, supuse- me miró como si yo fuera el mismísimo demonio (hasta ganas me dieron de decirle: tibia, tibia), y exclamó con la voz que tendría el Capitán Hans si el infeliz hablara: ¡Fórmese del lado izquierdo, detrás de la línea! Bueno, la verdad es que no me gusta que se dirijan a mí en ese tonito, vamos, ni cuando tuve de disfrazarme de sirvienta para colarme a la residencia Hellsing. La única que tiene derecho a darme órdenes es Sir Integra –pero ella es taaaan bonita, ejem, perdón, me estoy saliendo del tema-, después de todo, caray, yo salvé al mundo de la amenaza de Millenium en 1944, sin contar que soy Conde… bueno, pero se supone que Sir Integra me pidió adquirir mi forma femenina porque es mucho más simpática que la masculina y como mujer tiendo a ser un poco menos sarcástica y temperamental –solo un poquito- así que hice caso y me coloqué detrás de los niños con pinche acento fresa, como diría la encantadora hijita de Mrs. Gil, Murasaki Fujita. Cuando vieron a aquel extraño personaje totalmente ataviado de blanco, con la melena recogida en una melena y gafas insondablemente negras, mozalbetes y mozalbetas se arrinconaron como si hubieran visto al mismísimo demonio –segunda vez en apenas un minuto, ¡un minuto!- y eso sacó de mí el lado que no debo mostrar, y puse la peor cara de matón de mi repertorio… la mismita de cuando a Alucard le da por empalar a sus enemigos… hasta ganas me dieron de transfigurarme ahí mismo en perro y gruñirles hasta sacar espuma por el hocico, y que vieran de veras algo aterrador, no una simple niña con corbata y gafas negras. Luego, luego reconozco, ¡huelo! (¡y qué mal huelen los desgraciados!) a los que no pertenecen a nuestra querida raza de niños otakus… estos babosos tenían de otakus lo que yo tengo de Virgen María, vamos. Los muy imbéciles creyeron que yo era una narca lesbiana (como ustedes saben, tengo el poder de leer las mentes, sobre todo si están ocupadas al tope con letras de RBD).
Cuando estuve a punto de hacer como que me disponía a desfundar una metralleta, la cual, por cierto, no llevaba –tan desnuda que me siento sin mi chiquita, pero Sir Integra me dijo que ya bastante riesgo corríamos con lo de la hielera de juguitos- la compañera de la mujer mal encarada, aquella que hablaba como el Capitán Hans si el bastardo pudiera hablar, se apresuró a decirme: Señorita, pase por acá, por favor, a lo que yo, pocas pulgas, literalmente ladré: ¿Qué no me acaba de mandar a hacer fila detrás de estos imberbes? (los aludidos creyeron que les había dicho una grosería pero ni se atrevieron a mirarme feo porque ya veían en mi toda la intención de extraer la metralleta y hacerlos picadillo), a lo que la señorita que acompañaba a la fea con voz de nazi cervecero, respondió con la más dulce sonrisa de su repertorio, sí, pero yo la puedo atender con mucho gusto. ¡Oiga, no estoy para perder el tiempo!, exclamé, ya muy divertida con las reacciones que había despertado, porque hasta los polis que “cuidan” la entrada se habían replegado contra la pared y se encomendaban al Señor, ¡Desde un principio pudo haberme atendido y me manda para acá, a olerles los pedos a estos…!, Usted disculpe, agregó la señorita amable, inclinándose al estilo japonés (¡eso me gustó, me gustó!), por favor, pase por acá señorita…
Las delicadas manos de la joven temblaban mientras revisaba mi identificación –me pasaron la credencial de elector de Mrs Gil y tuve menos problemas que Sir Integra para que creyeran que era yo, porque mi cabellera es negra y mi tez pálida, como la de la autora de Sho-shan- y siguieron temblándole mientras realizaba la operación para imprimir los boletos. Hasta lástima me dio la pobrecita, pero es que la otra no me inspiró a usar mis “polvos sexuales”, como denomina el Capitán Bernadotte a mis aptitudes hipnóticas. Luego, con su voz más dulce me explicó a qué hora debía estar en la puerta de salida y me preguntó, como no queriendo la cosa, si llevaba algún material “peligroso” en mi baulito del siglo XIX, a lo que respondí con la más encantadora de mis sonrisas: “Llevo un par de discos para la tía de Miss Ellen y una dotación de sangre fresca para no morirme de sed durante mi breve estancia”
Naturalmente creyó que bromeaba y hasta me celebró el chistecito, aunque la vieja fea con cara de nazi renegada no paraba de hablar con otro tipo acerca de los clientes imposibles y como ella los hacía desaparecer de un plomazo –“Pues…con esa cara, mi reina…”- Finalmente tuve mis boletos en la mano y deseos de un excelente viaje. Los mozalbetes seguían parados como postes y ojos desorbitados en el mostrador contiguo y me di el lujo de volverme hacia ellos con una dulce sonrisa y decirles, al tiempo que levantaba discretamente mis gafas negras: Que tengan buen viaje, niños antipáticos… deberían ver más anime y escuchar menos esa horrible música….
A mis espaldas escuché que una de las mensitas decía: Oye, ¿Qué los vampiros no brillan?

II
Todo parecía indicar que no sucedería nada más. Tal como se me indicó –atiendo órdenes al pie de la letra –traspasé la entrada a la sala de espera, tomé una de esas cajitas como las que usan en las tiendas de chinos, donde casi regalan las cosas y uno sale colmado de tonterías, y coloqué mi celular, las llaves de mi baulito y de mi ataúd y la cámara fotográfica. Extraje la notebook de su estuche, y me sometí mansamente cuando me despojaron de mi saco blanco. Todo esto me lo había advertido Sir Integra: así lo hacen en los aeropuertos de todo el mundo, y ella está habituada a pasar por esa rutina del saco y todo lo demás…pero el libreto se alteró de pronto cuando del otro lado de la rampa por donde deslizan los efectos personales de los pasajeros, me aguardaba un guarura, perdón, un policía con una sonrisa a amable a medias, y me dijo: Señorita, permítame revisar su bolso. Esto último no me lo había advertido Sir Integra porque se supone que el bolso pasa por la camarita de rayos X y no hay necesidad de otra revisión, pero recordé me dijo: “Si ocurre algo extraordinario, algo como, por ejemplo, que te quieran revisar más exhaustivamente de lo común, tú déjate hacer”, “¿Y si me tocan las tetas? ¿Puedo enfurecerme y morder al que lo haga?”, pregunté anticipando la delicia de momento, a lo que mi Master respondió: Mmmm, solamente en ese caso extremo. Pero eso todavía no sucedía: el poli revisó el contenido de mi bolsa de tal manera que casi sospeché que era un pervertido. Se solazó largamente con mis cosméticos para disimular la palidez. Casi grito cuando tomó mi Diario –sí, yo llevo un diario… y también trae una foto de Walter-y, como lo traigo asegurado con un moñito y el guardia se percató de que sería dificilísimo deshacer semejante nudo, empezó a meterle los dedotes. “Paciencia, Girly, paciencia”, me dije, al borde de la primera tarascada. Cuando estuve a punto de decirle al muy guarro que dejara de meter sus uñas sucias en las páginas de papel de arroz de mi querido diario, lo soltó por fin. El bolso me fue entregado de vuelta. No se lo arrebaté sino que lo acepté con un “gracias” entre dientes, pero… ¡Oh sorpresa! Un par de pasos más adelante me esperaba OTRO gendarme, quien me pidió ver mi bolso, a lo que empecé a sospechar que aquí ocurría una de tres cosas 1) Estaban interesados en mi Diario personal, 2) Tengo finta de narca lesbiana o 3) Los de Millenium se habían comido al personal de aduanas y esto era una trampa.
Empecé a vociferar, muy ofendida, con acento norteño (esa es otra de mis habilidades, fingir acentos extranjeros), si el simple hecho de ser sinaloense era ya un delito en este país, a lo que el joven gendarme intentó tranquilizarme diciéndome que nada de eso, que si verdad yo fuera sospechosa me pasarían con un señor –y lo señaló directamente y no tenía una finta muy amable que digamos. Imponía más respeto que Zorin- que realizaría una revisión “más exhaustiva”. A continuación me preguntó tres veces, tres, qué iba a hacer a Culiacán, a lo que me limité a responder: “Trabajo”. Y luego otra vez: ¿Qué va usted a hacer a Culiacán”, y de nuevo la respuesta: Trabajo. Y el menso no me preguntaba qué clase de trabajo: mala señal. Daba por sentado qué clase de trabajo debía ser. Deberá pasar con esta señorita para que le pase el censor por sus ropas, añadió. Ni modo. Me sometí al famoso censor que tiene forma de una de esas paletas con las que Papá Vlad me aporreaba en las nalgas cuando me portaba mal. La señorita policía me hizo que me parara en forma de crucificada para pasármelo por todos lados y yo me sentía verdaderamente estúpida… y más cuando, tras habérmelo pasado hasta por la cola, quién sabe por qué, eso no lo entendí, me dijo: “Repetiré la operación”, “Óigame, si quiere me desvisto para que no le quepa la menor duda”, sugerí, poco amable, pronta a desabotonarme la camisa. La susodicha poli no permitió que lo hiciera y volvió a pasarme la palita esa por todas partes, incluidos los codos y otra vez la cola. Cuando dijo que habría una tercera insistí: “En serio, me quito todo y le ahorro el trabajo” (¡Vaya sorpresa que se llevarían, jajajajajaja!), pero como intuyendo algo satánico en mí, me incitaron amablemente a que retirara las manos de mi corbata, la cual fue sometida también al censor –“Le juro que no le caben bombas ni metralleta”, dije mientras me la ensuciaban- y luego, otra vez, brazos, pecho, caderas, codos y cola (menos mal me mandaron a mí y no a Goku, pensé). Veinte minutos más tarde, a punto de perder mi vuelo, me soltaron, a lo mejor porque yo ya estaba arrojando espuma por la boca. El guardia joven se disculpó por algo que me resultaba inexplicable y le dije, digna y ofendida como una reina: “Muy bien, muy bien, me queda claro que los sinaloenses somos para ustedes delincuentes potenciales… ¡qué situación más humillante!”, él intentó hacerme ver que nada de eso, pero lo interrumpí diciendo, al borde del llanto: mi vuelo está a punto de salir, permítame abordarlo o producirá una catástrofe en mi existencia, buaaaaaa…”
Me dejaron ir por fin y cuando ingresé a la sala de espera, un trío de esperpentos cacarizos con esa inconfundible expresión de misóginos y homofóbicos, centró su atención en mí y empezaron a codearse entre ellos, riendo y hablando por lo bajo. Yo me senté muy derecha frente a ellos y los contemplé impasible mientras ellos murmuraban un montón de incoherencias –carezco de oído biónico, pero les recuerdo que puedo leer la mente, particularmente si están casi en blanco- a lo que respondí de una manera harto inesperada: me retiré muy despacio las gafas y con mis ojos endemoniados me les quedé viendo mientras les decía con la mente: “Como carne de perro… ¿alguno está dispuesta a ser mi almuerzo el día de hoy?” A continuación, el trío de primates guardó monacal silencio y parecieron ponerse de acuerdo tácitamente para fingir que no habían visto ni oído nada, al tiempo que se persignaban disimuladamente.
Dios Santo, viajar a Culiacán es más difícil y cansado de lo que Sir Integra me advirtió… de regreso procuraré disfrazarme de turista rumana y pondré cara de tonta perdida para que dejen de fastidiarme (aunque en teoría tendrían que ser estás las más sospechosas, y no las que parecemos más raras y, por consiguiente, llamamos más la atención).

Pero todo este lío...¡valió la pena!!!!!





Texto leído durante la presentación de "Sho-shan y la dama oscura" en Campeche, el 21 de marzo de 2010

Por: Gustavo Ramos
En pocos países y culturas es posible encontrar la coexistencia de nociones estéticas tan dispares entre sí como en Japón. El acendrado refinamiento (expresado en pequeñez, liviandad y mutabilidad) de algunas costumbres —pienso en el Chanoyu o ceremonia del té— tradiciones —digamos Ikebana o Bonsai— y artes — digamos teatro Noh o el más moderno y popular Kabuki— todas ellas japonesas, coexisten de manera inexplicable y armoniosa (para nosotros occidentales) con otras manifestaciones en las que la desmesura, la grandilocuencia y hasta el gore son los elementos rectores de esas particulares concepciones de lo estético.
En esta última categoría encaja el binomio manga/anime el cual, me atrevo a decir, constituye quizá la manifestación de cultura popular japonesa más extensa y conocida en el mundo actual. En este aspecto la popularización del manga, primero, y su pariente animado el anime (disculpando la cacofonía) después, guarda un asombroso paralelismo en términos de su dinámica de expansión, con el correspondiente proceso del jazz norteamericano. Es necesario recordar que, como producto comercial, el manga tal como se conoce debe mucho al comic norteamericano, el cual fue introducido en Japón durante la ocupación de posguerra en la última mitad de los 40’s del siglo pasado, aunque como creación cultural data del último cuarto del siglo XIX. Sin embargo y pese a todas las similitudes que pudiesen establecerse entre ambas formas, debe aceptarse que mientras que el comic subsiste —excepto señaladas excepciones en Europa, EEUU y en menor grado en Latinoamérica— como mero producto de entretenimiento (aunque con un mercado de alto valor), el manga, al menos en Japón, guarda una estatura de producto cultural que lo diferencia significativamente de su pariente norteamericano, aunque en términos de mercado es igualmente importante.
Por ello, cuando Argentina me invitó a ser parte de esta presentación, aparte de pedirle la novela para leerla, comencé a imaginar qué podría ser “una novela manga”. Como cualquier nacido en la década de los 60’s (sobre todo a principios de ésta) crecí leyendo comics y viendo por televisión dibujos animados de factura norteamericana y, eventualmente, anime japonés, aunque por entonces sólo se conocían como “caricaturas japonesas” y eran fácilmente identificables por el peculiar estilo gráfico de sus personajes en el que destacaban —y aún lo hacen— unos ojos que, según la ocasión, podían contener todo el odio, las lágrimas o las mariposas del mundo.
Por otra parte, soy lector desde que puedo recordar que aprendí a descifrar el alfabeto, pero ni mis experiencias como fan del comic y la animación, ni la de lector propiamente dicho, me facilitaban la comprensión de lo que “una novela manga” podría ser. En la primera sesión de lectura, que tuvo lugar la mañana siguiente de haber recibido el libro, muy temprano, en esos momentos en los que uno desearía haber sido beneficiario del Melate o hijo de Bill Gates y antes de que la realidad me reclamara hacia el trabajo, llegué a la página 80, es decir, al principio de la parte II.
En la segunda sesión concluí la lectura y me alarmé. ¡Seguía sin saber si había leído “una novela manga”! Entonces me vi forzado a hacer algo que detesto: pensar. Recapitulando me di cuenta de que Sho-shan y la Dama Oscura, es una novela cuya característica más notoria es su ligereza, tanto a nivel de su estructura como de su lenguaje. Y cuando digo ligereza no trato de decir “Light” en el sentido de algo falto de sustancia, nada de eso, más bien lo empleo en el mismo sentido en que Calvino se refería a la levedad como una de las cualidades necesarias en toda obra literaria para este milenio que ya no es el próximo sino el presente.
Y es aquí donde mi confusión adquirió niveles de pánico pues el manejo del lenguaje y el depurado ambiente de la narración, me hacían pensar más en grabados ukiyo-e, valga decir Utamaro o Moronobu, que en mangakas como Tezuka, Hasegawa o Toriyama. Para mi mayor desconsuelo, recordé que sí hay elementos e imágenes decididamente manga en la novela: la aparición de Arigato sensei, la identificación de Cho en Lu como personaje manga, pero sobre todo la transformación de Dama en una especie de Motra fabulosa y justiciera, con lo cual, confieso sin la menor vergüenza, ya no sabía ni dónde estaba parado.
Ello me condujo a una segunda lectura de Sho-shan que fue, por lo menos, tan rápida como la primera (con lo cual corroboré la impresión de ligereza inicial) y que únicamente acentuó mi percepción de la cualidad de imágenes flotantes (ukiyo-e) que envuelve toda la obra. Como en el manga, más que en el anime, Sho-shan lleva implícito en el comportamiento de su personaje central: Dama/Dagmar/Danae, que no Violeta/Murasaki, la impronta de los elevados principios de moral que caracterizan a la sociedad japonesa desde el siglo VI d.C: Honor personal (herencia directa del Bushido samurai), Sobriedad y Moderación en el actuar (el concepto de Shibumi, que la semántica castellana no alcanza a traducir satisfactoriamente) y Entereza de carácter.
Como en el anime, el ritmo narrativo de Sho-shan es vertiginoso, tanto por la propia estructura como por lo ceñido del lenguaje. La novela inicia con una exposición in medias res que da paso a una retrospectiva apoyada en el diario de la narradora: Violeta Monsalve/Murasaki Fujita, a partir del cual se desenvuelve el argumento. En la mejor tradición manga, Sho-shan es acción continua, algo particularmente meritorio en una narración en primera persona en la que, por otra parte, los elementos ambientales y de entorno son presentados con tanta sutileza que, con frecuencia, el lector se pregunta si los ha leído en realidad o son producto de la poderosa carga sugestiva de la narración.
Sho-shan, en mi opinión, es una novela estructuralmente concebida como manga/anime de los siglos XX-XXI, pero cuya realización la emparenta más con el grabado japonés de los siglos XVIII y XIX. No hay el menor asomo de anacronía en ello, quiero aclarar, pues el parentesco se da exclusivamente en términos de los elementos estéticos comunes en ambas manifestaciones. Esta dualidad, desde mi punto de vista, sólo la hace más interesante y atractiva.
En el título de este texto que, me temo comienza a provocar bostezos, mencioné a Borges (escritor argentino muy famoso, sobre todo por ser el favorito de un expresidente de México) y hay una razón precisa parar ello: En la literatura hispanoamericana, pocos autores han ficcionado de manera tan verosímil la realidad. Fundir ficción y realidad no es un recurso literario precisamente nuevo, pero hacerlo de manera estética y lograda es algo muy distinto. Las complicadas ficciones de Borges solían basarse en su asombrosa erudición y, desde luego, en un prodigio de imaginación que, además, era capaz de expresarse en unos de los castellanos más perfectos que yo recuerde haber leído jamás.
La creación de un soporte de verosimilitud para la narración en Sho-shan se presenta alrededor del mundo del manga/anime actual, y del que Violeta/Murasaki es parte activa. En este sentido la utilización de Google y Wikipedia, se corresponden con The Anglo-American Cyclopaedia en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, del propio Borges o el Al-Azif de Alhazred, en los cuentos de Lovecraft.
Resumiendo: Ignoro hasta el momento si al leer Sho-shan, leí una novela manga. Como he tratado de mostrar, en lo personal, pienso que es una novela cuyos fundamentos estéticos —de lo japonés— preexisten al manga, y añadiría que es una novela bien escrita, lo cual no es poco, como bien sabe cualquier persona que habite la República de las Letras. Es una obra que, más allá de la evidente admiración que la autora siente por la cultura japonesa, y más allá del éxito comercial que ya parece tener en el mercado editorial de nuestro país (logró su primera reimpresión a sólo dos meses de su edición inicial), ofrece una visión de Japón desde México sin pasar por las historias de familias inmigrantes y demás tópicos que, aun cuando valiosos en su momento, en el presente padecen el desgaste propio de todo lo excesivamente manido.
Los invito pues, a adentrarse en esta aventura literaria que desde los desiertos del norte de México nos traslada a los bosques montañosos de Nihon a través de una historia con toda la actualidad que los lectores jóvenes puedan desear y toda la sensibilidad que lectores menos jóvenes pueden apreciar. A Evelina y Argentina sólo puedo decirles: Gochisōsama, a todos Uds: Yoku Irasshaimashita……Arigato Gozaimasu.

Mariposa de alas rotas

Por: Judith Castañeda Suari* Ilustración: Lasaro**Lo vemos desde arriba, desde un cielo gris a causa del humo. Lejos. Somos lluvia, las cuerdas de un arpa. Allá, sobre el asfalto, un cuerpo derramado, con tres tiros y las últimas gotas de aliento. Unos brazos lo sostienen, confundidos entre hebras negras, larguísimas. Asistimos a la agonía de una mujer, al llanto de su esposo, quien sólo puede observar cómo se escapa la vida de su compañera, igual que una mariposa.
Y si de verdad fingimos ser lluvia y nos precipitamos sobre ella, podremos distinguir que su vientre herido es un capullo negro. Que dentro de él se resguardan dos niñas, como si de un escudo se tratara. Son sus hijas, de once y cuatro años. Violeta y Lu. Para ellas se ha levantado una casa donde conviven la tecnología del internet y la tradición de un biombo o un bonsái. Una burbuja anormal, leeríamos en la mente de los vecinos, de los padres de los compañeros de escuela, de las autoridades. Si tuviésemos ese poder. Pero sólo somos miradas pendientes de las páginas de un libro de tapas con tonos rosados.
En él, las frases parecen flores color melón que el viento acomoda para crear ambientes donde ojos enormes, redondos, reflejan rostros de ceños fruncidos, dedos que los traspasarían, si pudieran, para apuntalar una acusación. Los dueños de esos ojos son diferentes. Y eso significa peligro para quienes los rodean.
Entre pétalos que aún flotan cerca del tallo, asistimos al encierro de la niña de cuatro años, Cho, Lu, encierro provocado por su propio cuerpo, bajo la apariencia del Síndrome de Asperger –trastorno de la conducta que combina fases de autismo con hiperactividad–. Fuera de su celda transparente, se le acusa de matar a Toto, amigo suyo en el jardín de niños. Es la “asesina más joven de la historia”. Lo dicen los maestros del centro escolar, los padres de familia, los medios de comunicación, a través de entrevistas de tono amarillo y carreras con micrófonos a modo de espadas.
A partir de la muerte del niño, un encierro sólido se yergue alrededor del transparente consecuencia del síndrome: arresto domiciliario, salidas únicamente a terapia y bajo estricta vigilancia policial. El cerco se hace cada vez más pequeño: los padres de Toto culpan no a su compañera de juegos, sino a su madre, a sus costumbres raras, “extranjeras”, y llegan al punto de querer tomar una vida por otra.
El libro guarda, además, una atmósfera híbrida, en la que la piel se convierte en trazos y el organismo dota al cuerpo con destrezas ajenas a las de un ser humano. Su autora, la sonorense Eve Gil, ha logrado amalgamar mundos distintos en ocasiones anteriores, tomando la realidad que nos entregan cámaras y pantallas, por ejemplo, y llevándola a extremos tan lejanos como posibles: un país en el que la gente interactúa con estrellas de cine y televisión, y tiene la fantasía del buen trabajo y la buena alimentación gracias a un chip instalado en el cerebro (Virtus, editorial Jus, 2008).
En Sho–shan y la Dama Oscura (editorial Suma de Letras, 2009), Eve Gil enlaza el mundo real –donde, gracias al acoso mediático, al doctor Luis Monsalve, padre de Lu, sus pacientes le piden autógrafos “como si fuera Johnny Depp”–, con uno sacado del anime y del manga japonés. Como si atravesaran biombos de papel, Violeta, hermana mayor de Lu, la propia Lu, y su madre, Dagmar Obscura, se mueven en dos realidades paralelas, entrelazadas. Dagmar es producto de la pluma de Jinzaburo Kunikida, un famoso realizador de mangas y animes, profesión que ejercerá Violeta diez años después, quien recurrirá a su diario para crear Sho–shan Z.
Eso será luego, por ahora, como nosotros, observa a la mariposa de alas rotas que es Dagmar. El gris del cielo añade lágrimas a la madrugada. Y las lágrimas, que no terminan de caer, se toman de la mano para volverse cuerdas: las cuerdas de un arpa enorme que las manos del aire tocan para despedir de este mundo a Dagmar Obscura, autora de cuentos infantiles, quien no recuerda nada previo al nacimiento de su hija mayor y festeja su cumpleaños junto a ella. La música arrancada a las cuerdas es un réquiem, se podría decir que es el mismo que escuchamos cuando muere un caballero de Athena. El mismo réquiem. El mismo adiós.
*Joven escritora mexicana, radicada en Puebla, ganadora de diversos certámenes de relato, entre ellos los nacionales Alejandro Meneses y María Luisa Puga, este último convocado por la UACM. Autora de tres libros de relatos.
**Lasaro, jovencísima mangaka sueca

Tomado del blog Para no olvidar

Entre Tezuka y Gacía Márquez

Este ensayo de mi autoría no lo he ofrecido a revista literaria alguna porque de antemano sé que será rechazado en todas. Por fortuna cuento con este espacio propio donde establecer mi muy personal teoría sobre lo que he dado en denominar "realismo mángiko"

Generalmente son los críticos literarios quienes etiquetan, inauguran, encasillan y estigmatizan -a veces- las obras literarias, aglutinándolas por categorías muchas veces arbitrarias que ocasionalmente son aprovechadas por los mismos autores –e imitadores, que nunca faltan- para darse a notar. Pocos casos existen de autores que se adelantan, abanderándose ellos mismos para no dar pie a lecturas equívocas, como sería –por mencionar un caso muy próximo a nosotros- el caso de la literatura Crack. A Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez Castañeda no les perdonan, a la fecha, habérseles adelantado a los académicos y a los críticos en forma flagrante.
En mi caso particular, circunscribir, desde la dedicatoria misma, a Sho-shan y la dama oscura a un “género inaugural”, en este caso, el “realismo mángiko”, empezó como una broma que fui tomándome en serio conforme entendí que mi novela no encajaba en ninguno de los géneros que potencialmente pudieran acogerla. Para empezar, no se trata precisamente de una novela para niños, como no lo son la mayoría de los animes que los niños suelen idolatrar, y el apelativo “literatura juvenil” tiende a producir fruncimientos de nariz y levantamiento de cejas, pues nunca se sabe exactamente qué rango de edad –cronológica o emocional- abarca dicho slogan. ¿Ciencia ficción? ¿Fantasía?, ¿Thriller? De las tres, la que más se aproxima, aunque parezca chiste, es a la última. Mi editorial, sin embargo, optó por catalogarla como “novela de aventuras”, género íntimamente ligado a lo juvenil, si tomamos en cuenta que la mayoría nos iniciamos en los libros con ese género.
El mundo del manga/ anime no está escindido en lo absoluto de la literatura pues muchos de ellos están inspirados en novelas o relatos que lo mismo pueden ser obras muy serias, que literatura ligera, y no pocas veces transformarse en obras maestras al toque mágico de un mangaka. Un ejemplo reciente de ello es la extraordinaria novela de Kyochi Katayama, Un grito de amor desde el centro del mundo, que actualmente circula a manera de cómic-manga en México, con su reglamentario slogan impuesto por Gobernación de “Lectura para mayores de 18 años”, que exhibe su condenado prejuicio y supina ignorancia respecto a este arte popular japonés. No tengo noticia de una novela occidental inspirada no en un anime, sino en la dinámica, ritmo y esencia de estos. No de manera deliberada al menos. Que se lea como si se tratara de uno, trastocando las palabras en imágenes. Finalmente, la literatura no es, como la concibieran los naturalistas, imitación o recreación de la realidad, una ciencia, sino una realidad alternativa, y el anime/ manga ha originado toda una estética perceptible, en primer lugar, en la literatura japonesa contemporánea (Tsutsui, Tanizaki, Murakami, Yoshimoto); en segundo, en las modas y hasta en los cortes de pelo, tanto de asiáticos como de occidentales. Las pasarelas europeas evocan cada vez más a Sailor moon y a Sakura, por ejemplo. Antes se decía que los japoneses se estaban “occidentalizando”. Ahora son los chinos quienes pasan por ese proceso –doloroso- debido a cuestiones de orden económico, mientras que Occidente se “japoniza” cada vez más.
Los japoneses han conquistado el mundo, emotivamente hablando, particularmente el de niños y jóvenes. Echando un vistazo a facebook, notarán cómo los más jóvenes –de entre 14 y 25 años- usurpan sus nombres reales con los de sus personajes favoritos de anime. Abundan las Sakuras (el nombre de mayor rating), las Misas, las Hinatas, las Doremis… los Takeshis, los Narutos, los Sasukes. Algunos, incluso, escriben sus verdaderos nombres con caracteres japoneses. Entre los amigos facebookianos de mi hija mayor, descubrí algo en verdad enternecedor: niñitas con la cabeza cubierta, supongo que musulmanas, empleando nombres de heroínas de animes. Su religión les prohíbe emplear imágenes –íconos- pero al parecer no dice nada sobre jugar a llamarse como una heroína romántica de otra cultura.
Naturalmente, aunque varias de estas series se ambientan en naciones extranjeras que los creadores parecen conocer muy bien –lejos quedó la época de los cartones gringos de Hanna Barbera que recurrían a los más burdos estereotipos del mexicano y el chinito-, están habladas en japonés, con personajes que piensan y se mueven como japoneses, incluso, visten y peinan como tales y emplean sus técnicas de pelea, lo que crea la impresión de un mundo neutro en el que todo cabe. Desde sus inicios, los animes –que no los manga- se caracterizaron por sus personajes de rasgos occidentales que percibiríamos como una fascinación estética. En todo caso, sin embargo, se trata asimismo de una fascinación cultural y la simbología religiosa propia del catolicismo, el protestantismo y el judaísmo –que son expuestas como antagónicas- son cada vez más socorridos, como en Evangelion, Trinity blood y Hellsing.
Hay que tomar en cuenta, sin embargo, que estamos ante un arte mucho más antiguo de lo que se cree, que no tuvo su origen en la televisión de los años setenta (los primeros animes llegaron a México con veinte años de atraso), ni siquiera en la imprenta, sino en una manifestación de arte popular japonés llamada Ukiyo-e que tuvo su auge en el siglo XVII. Esta manifestación más próxima al llamado hentai (“pornografía” manga, si bien el término resulta equívoco) narraba historias llenas de humor y erotismo que contribuían a paliar las penalidades del pueblo oprimido por un régimen feudal. El primero en emplear el término “manga”, fue Hokusai Katsushika (1760-1849) y significa algo así como “dibujos involuntarios”. Según los estudiosos, tuvo mucho que ver el contacto de este artista con el mundo occidental que llegó a fascinarlo. Fue sin embargo hasta los años 20 del siglo XX que surgió la primera historieta de distribución masiva titulada Ogo Bat, cuyo protagonista era un semi dios que combatía las fuerzas maléficas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, fue inevitable que los mangas asimilaran la atmósfera bélica, aunque una vez derrotados los japoneses y forzados a pactar con el enemigo tras el espanto de Hiroshima –que habría de impactar asimismo al arte manga, hasta la fecha-, los estadounidenses impusieron una serie de restricciones para que la producción cultural japonesa encontrara nicho en Occidente. Para empezar, no se podía hacer referencia alguna al Japón feudal, ni a los aspectos más regionalistas y/o folkloristas de su modus vivendi. Esa pudo ser la razón por la que Ozamu Tezuka, creador de Astroboy y La princesa caballero, y mejor conocido como “el dios del Manga”, trastocó el rasgo más distintivo de la fisonomía de los nipones y les implantó los hoy emblemáticos ojos enormes y redondos. No descarto, por supuesto, que estas fisonomías tan singulares (cuerpos esbeltísimos y alargados; piernas kilométricas, narices casi invisibles) obedezcan a algún capricho estético, o cierto complejo de inferioridad con respecto a los occidentales, cuyos estereotipos de belleza rigen –o regían hasta hace muy poco- el canon universal. Reproduzco lo que dice este personaje de Natsume Soseki en la novela Sanshiro:

-Nosotros los japoneses construimos una triste visión a su lado –dijo el hombre-. Podremos ganar a los rusos y llegar a ser una gran potencia, pero eso no cambia nada. Seguimos teniendo las mismas caras, los mismos enclenques cuerpecillos. Solo hay que mirar a las casas donde vivimos y los jardines que construimos a su alrededor: son exactamente lo que se esperaría de caras como estas… Oh sí (…) No ha visto nunca el monte Fuji. Pasaremos junto a él dentro de poco. Es lo mejor que tiene Japón, lo único de lo que podemos presumir, de hecho. El problema es, claro, que se trata de un monumento natural. Ha estado plantado ahí siempre. Está claro que nosotros no lo construimos.

Cuando inicié la aventura de escribir Sho-shan y la dama oscura – y cuando digo aventura lo digo literal y no metafóricamente- no me proponía otra cosa que escribir un thriller juvenil. La empecé, de hecho, por encargo: una editorial española me contactó para solicitarme “una novela de terror para jóvenes”. Justo en ese momento incubaba una historia de cuyo desarrollo solo me quedaba claro un detalle: imitar la dinámica de los animes. Partía de un asunto familiar que me tocaba de forma profunda y sobre la que necesitaba escribir algo más que apuntes en un Diario. El tema de la marginación de niños con “capacidades diferentes” –Síndrome de Asperger, en el caso de la heroína de mi novela- solo tiene dos caminos claros: un libro testimonial de autoayuda o una novela lacrimógena con “mensaje”, y ambas alternativas me resultan odiosas. Pensé, por supuesto, en el Premio Nóbel de Literatura Japonés, Kenzaburo Oé, que engendró un hijo con retraso mental, por lo que no es casual que en muchas de sus novelas aparezca un personaje de esas características. El nacimiento de este hijo “especial” en 1963, señalan los críticos, coinciden con la escritura de sus más grandes obras maestras Un asunto personal y El grito silencioso, entre otras. Él supo darle a esta temática un vuelco admirable, entre fantástico, patético y terrorífico, sin renunciar del todo a la ternura y a la compasión.

Volviendo a lo del encargo: “una novela de terror para jóvenes” debía poseer ingredientes muy particulares, y se me ocurrió involucrar a mi hija mayor, que es lo que llaman “otaku” (aficionada religiosa al manga y al anime), quien en cierto modo, por su vocación artística, pertenece, como su hermana, al mundo de los raros. Fue ella quien me hizo ver que las “capacidades diferentes” de su hermanita, trasladadas a un manga, podrían convertirse literalmente en “súper poderes”. La novela la terminé con gran satisfacción, en el tiempo estipulado, pero terminé retirándola pues los editores exigían recortar lo del asunto del Asperger para que cupieran “los monitos” (que no saldrían por cierto del lápiz de mi hija, como sí ocurrió en la edición definitiva).

Mi contacto con los mangas y los animes no era nuevo puesto que había compartido la precoz afición de mi hija mayor cuyas primeras palabras no fueron “mamá” y “papá” sino “Goku” “Gohan” y “Bulma”. Tales series, máxime las más recientes, tienen elementos de una violencia extrema que, considero, nada son comparado con el horror cotidiano que vivimos los mexicanos, que a diario escuchamos un recuento de decapitados en los noticiarios. Las “caricaturas japonesas” son, sin embargo, el demonio a vencer para beatos, fanáticos religiosos y nacionalistas de petate, que viven en un mundo todavía más ignoto e irreal que el de mi hija y los muchachos de su generación. Caso emblemático del racismo de los medios, producto acaso de la ignorancia más que del rechazo hacia el “otro”, son los comentarios sarcásticos a raíz de las declaraciones de la nueva primera dama de Japón, Miyuki Hatoyama, que habló de sus sueños de viajar a Venus y de vidas paralelas a esta con la naturalidad con que lo haría cualquier nipón… y esto lo sabrían los criticones si alguna vez hubieran leído a Murakami, a Yoshimoto o a Kenzaburo Oé. El escritor Juan Villoro salió en su defensa- el único, hasta donde sé- y su extraordinaria disertación alude directamente al tema que me ocupa, que más que el de los mangas y los animes, es “la Otredad”:

El socialdemócrata Hatoyama tiene una conducta poco ortodoxa para los cánones del país del crisantemo. En ocasiones usa traje verde. Como los demás políticos se visten de azul o gris, el nuevo dignatario parece hecho de kriptonita. Tampoco le gusta peinarse y a veces llega con la cabeza al estilo tifón. Los japoneses han votado por el cambio. Tendrán un primer ministro de aspecto heterodoxo y mayor compromiso social. Por desgracia, en otras latitudes su esposa ha sido vista como una chiflada (…) Las declaraciones de Miyuki no son muy distintas a las que podría hacer una primera dama de España o América Latina que hubiera presenciado una aparición de la Virgen. Cada entorno tiene símbolos que producen ilusiones. ¿Juzgaríamos vergonzoso que una mujer educada en la fe cristiana viera de pronto a la madre de Jesús? Japón tiene un rico trato con los espectros. En 1185 el poeta Fujiwara no Teika escribió "Cinco poemas sobre cosas inciertas". Uno de ellos se refiere a los fantasmas. Ahí afirma que los aparecidos tienen más realidad que los sueños: "Así es el mundo: qué inasible y efímero lo que oímos y vemos". El gusto por lo que no se ve dio lugar a la obra maestra de Junichiro Tanizaki, Elogio de la sombra. El arte de Japón depende del simulacro, el reflejo, el enigma, la garza oculta tras la nube (…) En Japón no es posible oír la llegada de los fantasmas porque ya están ahí. Miyuki proviene de un entorno donde hablar de apariciones no causa mayor alarma. La extraordinaria cultura pop japonesa ha educado a varias generaciones para que crean en alienígenas y abducciones. A través del manga, el animé, los juegos de PlayStation y las series de televisión, la isla de la ultratecnología ha creado al gato cósmico Doraemon, el robot que salva al mundo luego de una hecatombe nuclear (Astroboy), la travesía interplanetaria en la que el protagonista busca cambiar de cuerpo (Galaxy Express 999), la enciclopedia de las mascotas mutantes (Pokémon), la chica superpoderosa y sideral (Señorita Cometa) (…) Sobreexpuesta a los estímulos de las pantallas y las fantasías del manga, la mente japonesa ha sido estudiada por expertos de Mitsubishi con el siguiente resultado: los aficionados a los cómics y los dibujos animados son espléndidos diseñadores de tecnología (…) En el arte japonés la realidad adquiere fantasmagoría. La película Rashomon, de Akira Kurosawa, se basa en dos cuentos de Ryunosuke Akutagawa en los que un mismo suceso se cuenta de distintos modos hasta convertirse en una ilusión. Incluso un escritor occidentalizado como Murakami es fiel a la tradición de las apariciones (…) ¡Viva Japón! ¡Vivan los mundos paralelos! ¡Viva la Señorita Cometa!


Este genial comentario de Villoro me facilita expresar lo que sería, pues, el “realismo mángiko”. Mientras que el “realismo mágico” o lo “real maravilloso” es, a decir de Alejo Carpentier, “un reflejo o interpretación de los varios elementos políticos, sociales, históricos y racionales que constituyen la realidad latinoamericana”, el “realismo mángiko” tiene mucho más que ver con una fusión universal de mitos y es una expresión más generacional que continental. El “realismo mángiko” no aglutina los códigos interpretativos de la realidad latinoamericana, sino que confronta estos con los de otro mundo que nos asusta tanto como nos fascina: la cultura japonesa. El tema central, pues, son las divergencias interculturales y la alegoría de las mismas a través el planteamiento de otro tipo de diferencias. La intención no es ya describir una realidad nacional o continental, sino globalizada –más que universal- e, insisto, generacional. Y presiento que nada seduce más a los jóvenes del mundo entero que los mangas y los animes, cuyas referencias son casi del dominio público… aunque, lamentablemente, tan mal entendidas para una inmensa mayoría de adultos prejuiciados que sufren amnesia respecto a su infancia y adolescencia.

Se habla demasiado de “preservar la inocencia de nuestros niños”-confundiendo “inocencia” con “ignorancia”- y para que eso sea posible, programan Evangelion a las 12:00 am, en un canal cultural, pues ante semejante restricción los niños buenos, que a esa hora tendrían que estar dormidos, no se corromperán con la desnudez de Rai, hermosa, plástica e inocente imagen. Nos horroriza la posibilidad de que vean Hellsing y en cambio los dejamos empacharse con las Lolitas semidesnudas de RBD y otras telenovelas “juveniles” donde las adolescentes aprenden a ser seductoras mientras preservan el himen. Íntegra Hellsing y Victoria Seras me parecen mejores modelos de mujer para mis hijas que Anahí, Belinda & Cía. Gohan y Naruto se acercan más al hombre ideal que Luis Miguel, Jorge Salinas, Cuauhtémoc Blanco y otros machos por el estilo. Adoro que aprendan a distinguir a un sacerdote fanatizado e hipócrita y se sientan más identificadas con el vampiro que le da su merecido y no tiene empacho en aceptar como jefa a una mujer brillante, además de facilitarle la emancipación a su única subordinada.
En el fondo, sin embargo, lo que yo llamo “realismo mángiko” persigue la misma finalidad del “realismo mágico”, si atendemos a lo dicho por el propio Gabriel García Márquez, pues a fin de cuentas, como bien dice Junichiro Tanizaki, la diferencia entre los fantasmas japoneses y los occidentales es que estos sí tienen pies: “Yo creo que particularmente en Cien años de soledad, soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real. Es un problema técnico en la medida en que el escritor tiene dificultad para transcribir los acontecimientos que son reales en América Latina porque en un libro no se creerían (…) Vivimos rodeados de cosas extraordinarias y fantásticas.”