Lectura Capítulo 1 "Sho-shan y la dama oscura

Mariposas revoloteando sobre pliegos de papel arroz


Por: Isaí Moreno
Cierta ley literaria no escrita reza que la literatura de un autor es consecuencia natural de obras antecedentes, influencias, o se asume como continuidad de una tradición artística, iniciada por lo común por los maestros. En ocasiones, el destino coloca ante nuestras manos ejemplares de textos rara avis que no se someten a ese canon, o bien, proponen una variante nueva en el juego. Sho-Shan y la Dama Oscura (Suma, 2009) es una novela curiosa y extraña que irrumpe sin anuncio alguno en el panorama las letras hispanas. Jamás se había publicado libro semejante en América Latina que le precediera. Eve Gil, periodista y escritora que anteriormente ha exhibido sus dotes narrativas en el cuento (género en el que posee el Premio Efraín Huerta por Sueños de Lot) y en la novela de ficción especulativa Virtus, nos entrega esta ocasión su sexta novela, obra no exenta de su capacidad fabuladora. Por el contrario, a partir de su perfeccionamiento narrativo anterior, Gil va en busca de una literatura de más larga sumersión, dispuesta a bucear en aguas profundas.
Hay quienes otorgan valía a la novela de Eve Gil por el modo en que nos acerca a la cultura oriental. Sobraría mencionar a otros autores de América Latina que ya exploraron el Japón y la China en su obra, como consta en la narativa de Mario Bellatin, César Aira, Salvador Elizondo o Augusto Roa Bastos. Décadas atrás, Tablada popularizó en México el haikú y los caligramas, casi a la vez que Octavio Paz introdujo la literatura japonesa milenaria (se hizo milenaria en los años noventa) al traducir y comentar fragmentos del Makura no soshi (El libro de cabecera) de Sei Shonagon, mucho antes que Greenaway lo hiciera famoso. Sin embargo, Sho-shan… no tiene ese cometido: el de pintarnos panoramas de oriente con el fino pincel, o servirnos trozos de Japón y de China aderezados con salsa de soja entre las páginas que la conforman.
Ante todo, Eve Gil, evidente conocedora no sólo de la cultura japonesa, sino también de sus tradiciones narrativas, apuesta por una fusión genérica de dos géneros que nacidos en Japón: la novela y la narrativa del manga. La narrativa mangaka es conocida por su incorporación de imágenes, aunada a historias de índoles diversas, la mayoría de las veces complejas, y nadie duda de su origen nipón en el siglo XX. Pocos, sin embargo, saben que el género de la novela, como se le conoce actualmente, vio también su primera luz en Japón durante los días del glorioso período Heian, hace poco más de mil años, ante los pliegos de papel de arroz de la prodigiosa Murasaki Shikibu. El experimento de Eve Gil es mucho más meritorio en ese sentido: inicia con la búsqueda de lo literario en sí, a la vez que reúne con sutileza dos géneros nipones que representan lo clásico antiguo y lo moderno pop. El resultado es un artefacto artístico que ha venido a pelear por su sitio en la literatura de habla hispana (aun siendo, por todo lo mencionando arriba, una novela muy japonesa). ¿No es esto mucho mejor que el optar por ofrecernos un fajo de tarjetas postales de Oriente?
En colaboración con ‘Murasaki Fujita’, quien aporta al libro excelentes ilustraciones manga, Eve Gil consiguió un ensamble de literatura a la que dio en llamar realismo mángiko, para aludir que su obra bordea fronteras, tanto literarias como de planos de realidad.
Eve Gil debió percatarse de que la tentación de su experimento corría grandes riesgos. Uno de ellos era el de entregarse al ofrecimiento visual de su propuesta, o bien, su juego, y descuidar el arte de narrar. Por fortuna, Gil forzó su talento ficcionador y se concentró ante todo en ofrecernos una historia cargada de complejidad y presencia de personajes. Los mismos mangakas son conscientes de que su arte los obliga a saber narrar muy bien una historia, sólo ese hecho permitirá nombrar logro al resultado de sus esfuerzos. Contar historias con maestría es algo muy difícil.
La mangaka Violeta Monsalve, mejor conocida como Murasaki Fujita -joven y exitosa fabuladora mexicana de manga de tan sólo veintiún años-, tiene cierto día el impulso de remontarse diez años atrás en su vida para rescatar, en sus memorias de niña, el acontecimiento increíble que aún le estruja el alma y que diera origen a su popular personaje de manga Sho-Shan Z. Violeta quiere contarnos su propia historia, la de su hermana Lu y la de su enigmática madre, escritora presa de la amnesia. Esto hace de Sho-shan… testimonio a la vez que confesión.
Aplicada a su revisión del pasado, investigando en esa oscuridad sombría en la que se extravía el corazón de los padres -los suyos propios en la época a la que se remonta-, Murasaki revisa sus diarios de niña y sus mangas de aquellos días. Intenta entender la situación en la que se encontró su aún más joven hermana de cuatro años, pequeña hiperactiva con manifestaciones de autismo que un mal día da muerte a un niño de su propia edad. El síndrome de Asperger, ese que gobierna los hábitos de Lu, se distingue entre otras características por causar obsesión en quien lo padece, canaliza la atención de la mente en objetos particulares y la desconecta de todo lo demás. Así, un paciente de este mal puede obsesionarse por los dinosaurios, por los espejos, por algún color, etc. La fijación de Lu son las mariposas. Sin la presencia de mariposas, quienes la tranquilizan, la niña Lu, llamada Cho en casa, palabra que significa mariposa en japonés, tiene el impulso descontrolado por destruir todo lo que encuentra a su paso. No siempre hay mariposas en las cercanías… ¿Cómo afrontarán sus padres que debido a ese autismo, aunque hay un demonio implicado en el percance, un ser maligno que detesta los duraznos y al que sólo Lu y su hermana perciben, haya dado muerte a ese niño? ¿Cómo lo manejará la sensacionalista prensa mexicana? Violeta Monsalve se encargará de contárnoslo. Y eso es sólo el principio de los conflictos.
La joven de once años necesita ayudar a sus padres ante el acoso de las autoridades y los medios, éstos últimos empecinados en mostrar que la madre de Violeta y Cho, Dagmar, es una irresponsable, ante todo por permitir a las niñas el acceso a las violentas historietas ilustradas de manga y anime. Más aún, con gala de amarillismo, la prensa asegura que esa madre metida en problemas es una terrorista indocumentada de la China de los años ochenta, prófuga en México. A partir de ello, atando cabos por acá y por allá, Violeta Monsalve (alias Murakami) empieza a sospechar que su padre no es su progenitor... Llegados a este punto, la novela Sho-Shan… ya ha generado muchas expectativas y tiene planteados conflictos intrigantes. Eve Gil resuelve esos problemas, ata cada cabo para evitar su soltura y nos planta, por añadidura, ante el problema de la identidad de su personaje, para entonces entrañable. ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, debe preguntarse la azorada Violeta.

Las tradiciones del lejano Oriente otorgan un significado especial a las mariposas. Recordemos el cuento chino de Zhuangzi y la mariposa, homenajeado después por numerosos maestros, entre ellos Salvador Elizondo. Las mariposas son el nexo entre dos realidades igual de desafiantes: la del mundo perceptible y la del sueño. Eve Gil es una fabuladora de sueños, en su novela éstos son conductos invisibles a otra realidad insospechada: la del anime. El trío de Violeta, Lu y Dagmar, sin saberlo forma parte del anime. El mundo real, el incuestionable, en el que se revela la verdad de las cosas, es el del anime. Las mariposas conectan realidades. Textos diversos orientales y occidentales, analistas de sueños y videntes relacionan el aleteo de tales insectos lepidópteros con augurios y presagios. ¿Son mensajeras? Sí. Y emisarias. Y guías. Eve acierta al asociar a Lu, habitante autista de un mundo de ensueño, con la fascinación por las mariposas. Cho. Mariposa. La autora juega al sueño, al sueño dentro del sueño, y hace que recordar la pregunta del poeta Volgelweide: ¿He soñado mi vida o fue un sueño? Del sueño, que es mecanismo de transporte, la narradora nos vuelve a pasear por la realidad del manga y de ahí nos devuelve a la realidad, a la historia cruel de la madre de Murasaki Fujita en la plaza de Tiananmenn, en la que, por obra de los acontecimientos azarosos, se bifurcaron caminos. De uno proviene Lu. Del otro, Violeta.
Escritura y manga sirven a Violeta Monsalve como mecanismo de investigación y autoconocimiento, por no decir de revelaciones.

En resumen, Sho-shan… es una historia de personajes por cuyas venas corre sangre humana, y a cuyo alrededor revolotean mariposas de palabras bellas. Novela creíble y viva, la de Eve Gil es un logro mángiko, en otra palabras, un logro narrativo.

Integra Hellsing da cátedra sobre la novela "Sho-shan y la dama oscura" (fugaz aparición de "Cho")


Cortesía: Judith Castañeda
¿Y por qué el disfraz?
Por: Eve Gil
Desde antes que mi novela "Sho-shan & la dama oscura" saliera al mercado, yo ya había comentado con Murasaki Fujita, la ilustradora (e hija de quien esto escribe) que la presentación GRANDE tenía que ser una fiesta Cosplay, es decir, una fiesta de disfraces de personajes manga y anime. Debo decir que la idea surgió luego de que la acompañé a una de estas maravillosas locuras, en la que niños y adultos -eso fue lo más sorprendente: ¡adultos!- toman por asalto la identidad del personaje de sus afectos. Pese a que yo no fui disfrazada pues me consideraba una "señora respetable, madre de familia, ¿cómo creen? y bla bla", el hecho de acudir en plan de acompañante del Gran Sayamán (Gohan de Dragon Ball) me convirtió por default en MILK -que así se llama la mamá del susodicho y esposa de Gokú-o al menos así se referían a mí los chiquillos que rondaban a mi cría. Chin, de haber sabido, aunque sea un chonguito me hago y me consigo un quimono de Shangai (muy fáciles de conseguir en el Barrio Chino, muy distintos a los japoneses, sobre todo mucho más baratos, especie de batas de dormir y cerrados del cuello) Le dije entonces a Murasaki: a la próxima me disfrazo de la mamá del personaje que elijas, ¿vale?Pues bien: originalmente pensaba que la fiestecita COSPLAY que serviría de marco a la presentación de "Sho-shan", primera novela de "realismo mángiko" en el mundo, sería exclusivamente para los invitados; que los presentadores, adultos y profesores respetables, acudiríamos correctamente vestidos y se leerían las parrafadas de rigor en que se pondera la novela. Pero un día amanecí con la idea de que TAMBIÉN los presentadores habrían de integrarse al ambiente COSPLAY y jugar un poco con el público a no ser ellos mismos. Huelga mencionar que los presentadores que originalmente tenía contemplados para el show -salvo uno que se disculpó amablemente vía mail- ni siquiera respondieron al mail donde se los sugería. No puedo decir que me quedé sola en el mundo pues tengo bastantes amigos teatreros (en el sentido literal del término) y uno de ellos de inmediato aceptó sumarse al juego...porque se trata de eso, de jugar, de ser niños con intelecto adulto.Creánme que disfrazarse no es cualquier cosa: es un arte. Esto se lo aprendí a mi hija, como le aprendí que el manga es un arte que se practica desde el siglo XVII y despertó mi curiosidad y posteriormente mi imaginación. No es nada más envolverse en trapos.... teñirse o pararse los cabellos. Es un acto de creatividad, me atrevería a afirmar, equiparable al de escribir, actuar, danzar. No cambia solo el atuendo cotidiano, TIENE que cambiar lo que va debajo. Es performance, una necesidad inherente al ser humano de poner en práctica sueños e ideas que el sistema educativo se encarga muchas veces de frustrar (ahora mismo, aunque no viene al caso, mantengo un pleito sin cuartel con el profesor de Historia de Murasaki, precisamente uno de esos a quienes le coartaron la imaginación para que hicieran lo mismo con otros). ¿Por qué creen que nuestros ancestros, y todavía al interior de algunas tribus de África y Oceania, adornaban sus cuellos y orejas y se tatuaban y transformaban radicalmente su apariencia con lo que tuvieran a mano? Cuando Murasaki se disfraza del Gran Sayamán, es el Gran Sayamán y como tal actúa y así la percibo. Uno de los mejores momentos de mi vida como madre y artista ha sido contemplar la paulatina transformación de mi hija que convirtió un montón de trapos en el inconfundible atuendo de su héroe favorito, ¡kame-kame-ha!
Les pregunto: ¿consideran justo convocar a una PRESENTACIÓN COSPLAY, llena de jovencitos de colores, ansiosos de jugar y poner en práctica sus "súper poderes", condicionándolos a "chutarse" una hora de discursos por parte de cuatro escritores de apariencia perfectamente ortodoxa. Pienso que no. Y lo pienso, entre otras cosas, porque hace mucho dejé de asistir a las presentaciones de libros, a menos que sea en calidad de ponente -la palabra "no" escasea en mi vocabulario tratándose de mis amigos- porque en el fondo soy tan niña e inquieta como mi hija quinceañera y me aburro mortalmente... a menos que sean Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Alberto Ruy Sánchez, René Avilés Fabila, Carmen Boullosa, o algunos de los pocos que cautivan público con apenas abrir la boca. Pero aún estos escritores carismáticos impacientarían a un grupo de chiquillos que quieren echar relajo... dejar de ser Juan para converirse en Naruto... olvidarse de que su mamá no la comprende para volverse Sakura. Decidí que los disfraces de los ponentes pertenecieran a animes conocidos porque los personajes de mi novela no serían reconocibles, todavía no, y eso también puede ser contraproducente. Así entonces, me propuse que tanto la autora (yo) como mis presentadores, eligieramos un personaje, digamos, del "dominio público" para, a partir de la presencia de ellos, atrapar a los potenciales lectores de la novela. Mientras se tomaban estas "capitales" decisiones entre Murasaki y yo, le dije que no tenía claro qué disfraz usar, en primer lugar porque ella eligió a un personaje huérfano de madre para la ocasión, en segunda porque yo pertenezco a la generación Princesa Caballero-Heidi-Astroboy-Sandy Belle, y aunque está muy bien sacar al niño interior de vez en cuando, ninguno de estos iba con mi edad ni con mi personalidad. La que me encantó de entrada fue la Cardenala de Trinity Blood, un mujerón como me gustan...y además un mujerón por ahora imposible pues no existen aún las cardenalas, no en la Iglesia Católica, ni tienen ni para cuando. Mi esposo sugirió que para disfrazarme de Caterina Sforza le pidiera prestados sus trapos a Norberto Rivera y en seguida pasé a otra cosa.
Por aquel entonces empezamos a ver los OVAS de Hellsing, que desde las primeras escenas me dejó estupefacta. I´m sorry, tengo debilidad, lo que se dice debilidad -no encuentro las malditas cursivas- por los vampiros desde los 14 años, tras leerme "Drácula", agarré la costumbre de dormir con la ventana abierta -que por supuesto abandoné al poco tiempo-, esperanzada en que llegara volando para chuparme la sangre, aunque recientemente perdieron su encanto para pasar a convertirse en los príncipes azules del siglo XXI (aunque me parece bien que los vampiros hayan desplazado a Luis Miguel y otros principitos nada recomendables). Pero desde la primera escena de Hellsing... esa niñita de nombre extraordinario -Íntegra- huyendo de un tío que, pistola en mano, y con el cadáver del padre de aquella tibio aún, pretende matarla para quedarse con la fabulosa herencia de los Hellsing, descendientes del célebre personaje de Drácula que le clavó la estaca en el pecho... y luego como el mismo vampiro que dormía su "sueño eterno" en las catacumbas del castillo despierta al ser alcanzado por la "sangre dulce" de la pequeña Íntegra quien acaba de recibir un balazo en el hombro...más aún, cuando vi a Integra adulta, como todo un caballero, a la usanza de una George Sand o una Natalie Barney...¡Marlene Dietrich!, otra clase de personajes que siempre me han cautivado: ¡Esa!, le dije a la Murasaki. Las mujeres de sexualidad ambigua, capaces de combinar una corbata con una cabellera de princesa; de ser "jefas" y a un tiempo dirigir una que otra mirada languida, me han obsesionado desde siempreComo escritora que soy, como cuando niña, hay ciertas historias que desenfrenan mi imaginación y Hellsing es una de ellas. Arucard, el vampiro, que es en realidad Drácula (y Vlad Tepes) transformado por la sangre dulce de una niña a la que entrena y enseña no solo a cuidarse sola, sino a mandarlo a él para combatir al mal, personificado en vampiros virtuales y -¡lo mejor!- una Iglesia Católica misógina que no quiere saber otra forma de hacer las cosas que no sea la suya, me parece sencillamente encantador... por no mencionar a su comparsa, Seras Victoria, la joven y tierna policía a la que Arucard, paradójicamente, le salva la vida... matándola (algo bastante complejo de explicar, lo sé)El caso, pues, es que esa es la razón por la que Sho-shan & la dama oscura será presentada por personajes de anime y no por escritores ni por actores, porque quienes han aceptado mi reto han aceptado asimismo renunciar a sus identidades para asumirse "Arucard", "Victoria" o "L". Eve Gil no acudirá a presentar su libro, no por grosería o por que se le haya atravesado algo de gravedad en el camino, o porque se le hayan subido los humos, sino porque prefiere que Integra Hellsing lo haga por ella. Esta, también, creo que es una forma sutil de gritarle al mundo de la oficialidad: ¡BASTA DE SOLEMNIDAD! ¡DE HACER DE LA CULTURA UNA MISA LAICA! ¿Realmente les interesa formar lectores?, empecemos por tenderles un cebo a quienes potencialmente lo son: que no digan, "ay qué flojera, una presentación de libro", sino que acudan a divertirse y a descubrir que los autores de esos libros son tan divertidos como sin duda lo son las obras que producen. Sería un sueño hecho realidad no solo inaugurar un mini género literario como el "realismo mángiko", sino una nueva forma de invitar a la gente, particularmente a los jóvenes, a que le pierdan el miedo a los libros y vean en la lectura un juego delicioso (lo que es, a fin de cuenta)Por cierto: una nueva encuesta de esas que siempre arroja cifras terriblemente desalentadoras, de las que surgió esa frasesita que no se nos despega de la lengua: "En México se lee medio libro al año por cabeza", ha presentado una variación harto interesante en sus estadísticas: la mayor cantidad de lectores en México, un 45%, se encuentra entre los jóvenes de 15 a 24 años. Esos jóvenes a los que todo el tiempo estamos molestando porque escriben con signos raros o se peinan como emos, o les gustan "esas caricaturas satánicas", leen más que quienes los critican y agobian con moralinas sin sentido.¿Acaso no vale la pena alterar el esquema de las presentaciones de libros en honor a ellos? ¿De los que realmente pueden cambiar este país con un ingrediente del que carecen -entre muchos otros- quienes nos gobiernan y se llama IMAGINACIÓN?

Miroku y Sho-shan



Por: Luis Mario Moncada (en su personificación de Miroku en la presentación COSPLAY de Sho-shan y la dama oscura)
En la foto, Luis Mario y la poeta Roxana Elvridge Thomas, personificada de SerasVictoria
Buenos días.
Más que por la autora, he venido aquí por la pequeña Cho, pero antes de hablar de eso quiero presentarme para quien no me conozca. Ya dijeron que soy el monje Miroku, es cierto, pero debo precisar que pertenezco a la orden vietnamita de los Bonzo, célebres por sus protestas pirotécnicas, aunque haya algunos cábulas mexicanos que me consideran más cercano a la corriente japonesa del budismo Shingón.
La primera coincidencia que me trae aquí es que, al igual que Cho por Dagmar Obscura, yo también he sido creado por una de las más importantes mangakas japonesas: Rumiko Takahashi, creadora, entre otras, de Ranma 1/2, pero sobre todo de InuYasha, que como ustedes saben cuenta la historia de un espíritu-demonio que anda a la búsqueda del Shikon no Tama o la “esfera de las cuatro almas”.
Yo a veces le ayudo porque mi especialidad es la de los exorcismos. Sin embargo, yo tengo mi propia historia qué seguir: una maldición familiar impuesta desde tiempos de mi abuelo Miatsu, que consiste en la aparición de un agujero negro en nuestra mano derecha que –a la vez que nos permite absorber cualquier cosa que nos amenaza–, nos provoca el riesgo de absorbernos a nosotros mismos, como le ocurrió a mi padre. Todo esto ha sido obra del demonio Naraku, quien para protegerse de mí se hace rodear de insectos venenosos, de tal forma que yo no pueda absorberlo con mi Kasaana (mi mano negra). Además de lo anterior, me recordarán seguro porque siempre toqueteo el trasero de las damas y porque busco desesperadamente procrear mas descendientes.
Pero no he venido aquí para contar mi historia, sino para explicar por qué deben interesarse en Sho-shan. Pues bien, hace muchos años, tantos que nadie ya lo recuerda –mi abuelo era un niño aún–, una noche de sueños se le apareció en la penumbra un bonzo, o el equivalente de lo que en aquel entonces eran esos “hombres más sabios del mundo”, como los llama Dama Obscura, y le advirtió que tuviese cuidado con una bestia negra que le respiraba en el cuello. Pero al despertar mi abuelo olvidó la visita nocturna, y no fue hasta después de la maldición de la Kasaana que reparó, demasiado tarde, en la advertencia del monje.
De la misma forma, podemos decir, en el diario de Murasaki –narradora de esta historia–, páginas 41-43 de la edición mexicana Suma de letras, la mangaka advierte que una noche despertó de madrugada ante la presencia de un viejito ataviado con un hakama y un bo o báculo parecido al mío. La llamó por su nombre –Mulasaki– y le advirtió en los siguientes términos; “debes acumulal foltaleza, Mulasaki, de tu familia Cho sel la más flagil, como el locío suspendido en la luz de la mañana”… y desapareció.
En ese momento Murasaki no interpretó las palabras sabias del monje, y de hecho omitió comentarle a Dama de la visita nocturna, y fue así como las cosas pasaron sin que nadie pudiese evitarlo. Una tragedia, un accidente, un inidente más bien que tendrá su expliación, pero que sin duda ha traído sufrimiento a quienes estuvieron cerca de los sucesos.
Pues bien, es la visión de esos sueños la que nos conecta con esta historia. La maldad de Naraku, para mí, es la misma de Irazami, que se cierne sobre Murasaki y Cho. Pero no es sólo una maldad abstracta o un dolor efímero, como el del manga, sino la incomprensión que se reproduce en la sociedad. Tal como lo dice el Sensei de Murasaki: es el mal de una sociedad “carente de imaginación que no tolera lo diferente, tampoco lo impredecible, lo fuera de lugar… porque están cerrados como murallas a la voz interior”.
Es ese el punto que nos convoca; para conjurar los miedos. Todos en la vida real tenemos un nombre y un rol: pero aquí, con esto que para algunos es un disfraz, pero para nosotros, un salvoconducto, podemos hablar de aquello que allá afuera no nos atrevemos. Ese es el valor que este relato le transmite a las pequeñas Cho y Murasaki para que no tengan miedo de hablar de este mundo secreto, colorido que, asumámoslo, no es una evasión a un mundo podrido y sin rumbo, sino al contrario, la oportunidad de encontrar el sentido en el revés de la tela, la posibilidad de conectar mundos distantes que desde tiempos inmemoriales constituyen el ying y el yang de una realidad de la que solamente vemos la mitad.
Pero qué les voy a decir a ustedes, que son unos convencidos de esta afirmación; somos una cofradía de creyentes, pero apenas una minoría frente al abismo oscuro de la chata realidad. Es por eso que libros como éste de Sho-shan no sólo inauguran géneros, sino que se convierten en escalones para acceder a otro entendimiento de las cosas.
No es gratuito que en estas historias se invoquen conceptos éticos que vienen de filosofías milenarias, principios de comportamiento y, sobre todo, una misión en la vida para cad uno de los protagonistas, nosotros.
Seguramente todos hemos recibido la visita de algún monje en nuestros sueños; hay que hurgar en ese recuerdo borroso y rastrear ¿qué fue lo que nos dijeron? Seguramente allí hay un mensaje importante sobre el que sería bueno volver.
De la misma forma, Murasaki, hay que estar pendiente de las próximas visitas que recibirás en sueños; porque esta historia no ha terminado. Sho-shan es apenas un inicio, y tú lo sabes muy bien. Y como todo inicio, representa la primera parte de un reto y un peligro que tendrá múltiples formas, para lo cual conviene estar preparado.
Hay un puñado de monjes que, como yo, estaremos al pendiente de lo que se venga y acudiremos al llamado, siempre y cuando tengas abiertos tus seis sentidos.
Yo no sé, hablando de esta primera aventura de Sho-shan, si estamos ante una novela o ante una forma de ver las cosas; o habría que preguntarnos si una novela no es una forma de percibir la realidad, pero tal como se lo dije alguna vez a Dama Oscura, admiro la capacidad de ficcionar, de hacer crecer la tensión narrativa y sobre todo, de juntar agua y aceite para lograr una tercera ficción que confunde o sustancia fantasía y realidad.
Eso es lo que un monje como yo no diría, porque yo soy un hombre de acción que, además, sigo buscando una muchacha que me quiera dar un heredero. ¿Alguna de por aquí está disponible? Y ya con esto me despido porque los monjes budistas no somos de muchas palabras. A lo mucho aquel haikú que dice:

La penumbra crece
Entre los árboles
Hasta quedarse sola


Luis Mario Moncada Gil Egresado con mención honorífica de la Licenciatura en Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, reparte su actividad entre la escritura dramatica, la actuación, la investigación y la gestión cultural.
Ha escrito y adaptado más de 25 obras, casi todas estrenadas; entre ellas James Joyce, Carta al artista adolescente (premio a la mejor adaptación teatral de 1994 por parte de la APT); Alicia detrás de la pantalla (nominada como mejor obra de autor nacional de 1995, por parte de la AMCT), Superhéroes de la aldea global (Compañía Nacional de Teatro, 1995); El color del cristal (1996), Las historias que se cuentan los hermanos siameses (1998), Adictos Anónimos (1999), Opción múltiple (1999, Premio a la mejor obra de autor nacional 2004 por la APT), La vida no vale nada (2001), que en 2003 realizó temporada en el Espace Libre de Montreal, Canadá; El diccionario sentimental (2003) y El motel de los destinos cruzados (2005).
Algunas de sus obras han sido traducidas al ingles, francés y alemán; ha aparecido en antologías de dramaturgia en Alenania y España, y realizado giras y presentaciones por Estados Unidos, Canadá, El Salvador, Colombia, Bolivia, Chile, Venezuela, Argentina, Portugal, Italia y España.
En el terreno audiovisual ha participado como guionista en proyectos para Radio Educación, Imevisión y Televisa; los últimos han sido Sexo y Otros Secretos (2007) y Los simuladores (2008). Ha concluido tres guiones de largometraje, entre ellos La vida no vale nada (mención de honor en el Concurso de Guiones del Festival Cine en Corto 2003).
Como actor ha participado en montajes como Los negros pájaros del adiós (premio a la revelación actoral de 1990 por parte de la AMCT), Exhivisión (1993), Habitación en blanco (1994) y Hans Quehans, las opiniones de un payaso (2000).
Ha colaborado con numerosas publicaciones especializadas en México y el extranjero; además fue fundador y director de la revista de investigación teatral Documenta-CITRU. Como investigador cabe mencionar sus trabajos Así pasan... Efemérides teatrales 1900-2000 (Escenología AC), Diccionario histórico del teatro en México (1900-1950, sin publicar), así como la antología de críticas teatrales de Jorge Ibargüengoitia reunidas en El libro de oro del teatro mexicano (Ed. el Milagro) y Versus Aristóteles, antología de ensayos en torno a la dramaturgia contemporánea (Anónimo Drama 2004).
Ha sido titular del Centro Nacional de Investigación Teatral "Rodolfo Usigli" (CITRU), de la Dirección de Teatro y Danza de la UNAM, coordinador del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y director del Centro Cultural Helénico.
Entre las distinciones recibidas destaca el Premio Nacional de la juventud 1985 y la incorporación al Sistema Nacional de Creadores de Arte en 1999 y 2008.

"Sho-shan y la dama oscura", una novela "con capacidades diferentes"


Por: Bernardo Monroy
Sábado, 24 de Octubre de 2009
LEÓN
Tomado de Ocio Cervantino

Por primera vez en México, se ha publicado una novela que habla sobre el "anime" y el "manga", es decir, las caricaturas y cómics japoneses (el mundo de Sailor Moon , Dragon Ball Z y Naruto ). El título del libro es "Sho-Shan y la Dama Oscura", editado por Suma de Letras, y su autora es Eve Gil, quien presentó su novela en la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno.
"Sho-Shan y la Dama Oscura" nos cuenta la historia de Murasaki Fujita —su verdadero nombre es Violeta Monsalve—, cuya hermana menor padece Síndrome de Asperger. Murasaki es una "otaku" —fanática del anime y el manga— que debe enfrentar los prejuicios de la sociedad mexicana hacia ella y hacia su hermana menor. A lo largo de la novela, el lector se dará cuenta que la historia mezcla el mundo de la animación oriental con la realidad de una forma inesperada.
Gil empezó a leer la literatura japonesa, pues desde niña su hija mayor tenía un marcado gusto por esta cultura, y quiso enseñarle más de lo que veía en la televisión, por eso empezó a leer a autores que han influido en su estilo como Yasunari Kawabata, Haruki Murakami, Yoko Ogawa y Kenzaburo Oe y Murasaki Shikibu, insigne escritora que ocupa un papel muy importante en la novela. Otros de los autores favoritos de Gil, que no son japoneses, son Sergio Pitol y la estadounidense Flannery O’Connor, a quien define como su favorita.
Gil explica a mayor profundidad: "Elegí ese tema porque mi máximo interés era narrar sobre mi hija más pequeña, que tiene síndrome de Asperger, y en el momento que la escribí yo no conocía otro caso de un niño que lo tuviera". Gil recuerda que en esos casos, o bien escribes un libro de auto ayuda —cosa que no le atraía— o una novela insoportablemente melodramática, pues la niña era terriblemente discriminada en la escuela porque, recuerda Gil, decían que "era muy peligrosa". Su hija comentó que ni que su hermana fuera un personaje de anime. De allí se desató toda una novela fantástica inspirada en los hechos. "Es muy terrible que a un hijo lo discrimine la sociedad".
El Síndrome de Asperger lo padecen personalidades como Bill Gates y Michael Phelps. "Qué lástima que Carlos Slim y Ana Gabriela Guevara no lo tienen, si no todo mundo sabría lo que es", señala Gil.
Su novela, expresa la autora, es para todo tipo de lectores, "pero a quien Gil más le gustaría que la leyeran, son los jóvenes y las madres que tienen hijos con capacidades diferentes, como autismo o Síndrome de Asperger".

Sabías que...
El síndrome de Asperger, como lo explica uno de los principales personajes de la novela, impide que las personas que lo padecen se pongan "en los zapatos de otro". Es un trastorno generalizado del desarrollo. Se podría decir que las personas que lo padecen no son empáticas.
En entrevista, su autora señala: "Es una novela escrita según los parámetros del anime y del manga, que incluye también un poco de influencia de la literatura japonesa".

Haizea: historia de la vida real: Murasaki y Cho en una


Por: Eve Gil
En la foto: Haizea, disfrazada, con su hermana pequeña
Imaginen los lectores una "fusión" de Murasaki y Cho...
Imposible, ¿no?, sería, después de todo, copiarle a otro famoso anime -Dragon Ball Z- y además son tan radicalmente distintas estas hermanas, que pareciera sencillamente una locura.
Pero la vida te depara muchas sorpresas, y la más maravillosa de todas fue conocer a Haizea, una joven española que me contactó a través de este blog y resultó ser tan fabulosa como una posible fusión de las dos heroínas de Sho-shan y la dama oscura.
Haizea acaba de cumplir 18 años. Es mangaka profesional -o en vías de serlo- y pronto ilustrará su primer libro. Recién se le ha diagnosticado el Síndrome de Asperger.
La primera vez que me escribió yo no daba crédito al que debe haber sido su sufrimiento: su infancia y adolescencia -ya es casi adulta- penando por el mundo -esto es, consultorios de psicólogos que, sabemos ya, de bien poco sirven tratándose del AS- e ingiriendo medicamentos que probablemente no hayan sido los adecuados. Y Haizea no vive en México, país en donde cuando uno menciona que tiene un hijo AS te miran como si hablaras de extraterrestres: Haizea es española, ciudadana del Primer Mundo. Con todo y eso tuvieron que pasar casi veinte años para que, finalmente, un médico enterado sacara de dudas tanto a ella como a sus azorados padres e iniciaran en forma no un tratamiento sino una restructuración de sus existencias
Para quienes tenemos hijos -o sobrinos, o amigos- AS o "aspies", como afectuosamente les llamamos, sabemos de sobra que uno de sus rasgos distintivos es la obsesión por alguna actividad en particular. La obsesión de Haizea es todo lo relacionado con el manga y el anime (que es en lo que se parece a Murasaki), incluyendo el Cosplay que, como bien dice ella, es arte y no juego. Los disfraces que a continuación mostramos con su consentimiento, y pertenecen a la serie Saint Seiya, le llevaron tres meses de intenso trabajo y, según me ha platicado, voluntad de acero para hacerles ver a sus padres que para ella, la creación de estos disfraces rebasa en importancia cualquier compromiso académico. No ha sido fácil. Los padres de Haizea no están muy contentos con la "afición" -que yo denominaría "vocación" -de su hija, pero estoy segura de que su amor por ella -que se traduce en comprensión, tarde o temprano- vencerá sus reservas, como nos sucede a todos los padres de aspies que, las más de las veces, no comprendemos "a qué le tiran" estos muchachitos, sin sospechar que estos talentos cultivados con obsecación -el rasgo que más me gusta de ellos- pueden llevarlos bastante lejos... y si no, pregúnteles a Bill Gates, Michael Phelps y Tim Burton, que también representaron un dolor de cabeza para sus padres.
Haizea, pues, es toda una artista y he querido mostrar a los lectores de este blog -que son los lectores de Sho-shan y la dama oscura- hasta donde pueden llegar los talentos de una persona no neurotípica con talentos insospechados que nos devuelven la fe en los milagros... y nos ilustran sobre la maravilla de no ser como los demás.




El viaje a la ficción de Murasaki Fujita

Por: Javier Munguía*
Tomado de Libroadicto
En su artículo “Vejamen de la narrativa difícil”, publicado en 1994 y luego recogido en su libro Las caricaturas me hacen llorar, Enrique Serna combate el prejuicio –malditos prejuicios- de que la gran literatura está reñida con el gran público. Luego de citar los casos, entre otros, de Kundera, Vargas Llosa y García Márquez como autores fáciles de leer porque “se han echado encima la enorme dificultad de contar sus historias en un lenguaje transparente y preciso”, Serna agrega: “Para el fabulador nato, el lenguaje nunca es un fin, pero sí un instrumento de precisión”.
Leyendo Sho-shan y la Dama Oscura, la más reciente novela de Eve Gil, uno no puede sino darle la razón a Serna. Hay que decir de una vez que esta novela inspirada en el manga –la primera en español, según se lee en la publicidad sobre el libro- va mucho más allá del gancho comercial que significa la fusión de dos géneros de gran consumo. Esta es una obra que cumple en dos frentes: por un lado, tiene el grado de misterio y aventura necesarios para mantener pegado a su lector hasta su última página, y por otro aborda cuestiones esenciales y siempre vigentes como la intolerancia y los prejuicios, pero nunca de una manera panfletaria, sino encarnados estos temas en una historia que seduce y conmueve. Que revela, además, el poder de la imaginación y la creatividad en la vida de los seres humanos.
Murasaki Fujita es la encargada de narrarnos esta historia plagada de referencias a la cultura y literatura japonesas. Su verdadero nombre es Violenta Monsalve, pero no sería justo recordarla así, ya que ella se siente y por lo tanto es muy Murasaki Fujita, por lo cual no resulta apropiado llamarla con otro nombre.
La narradora, quien al inicio del libro tiene 21 años y es la creadora de uno de los animes más exitosos, Sho-Shan Z, se remonta 10 años atrás para narrarnos un incidente que cambiaría el rumbo de su vida y el de su familia: a su pequeña hermana Lu, o Cho, que entonces tiene 4 años y padece una clase de autismo que le impide la empatía con los demás llamado Síndrome de Aspergen, la acusan de haber matado a uno de sus compañeros de escuela.
Este es el detonante que hace avanzar la trama por caminos tan atrayentes como insospechados. De pronto varios misterios irrumpen reclamando la atención del lector: ¿cómo ocurrió la muerte de Toto, el compañero de Cho? ¿Cuál es la verdadera identidad de Dama, la excéntrica madre de Murasaki y Cho, creadora a su vez de cuentos infantiles? ¿En qué acabará el lío legal en el que la familia se mete a raíz de la muerte del pequeño Toto?
No muy avanzada la novela se nos hace, además, una revelación importante que creo poder revelar sin arruinar el interés del argumento: tanto Murasaki como Cho y Dama no son completamente humanas, sólo una mitad; la otra corresponde a su naturaleza como seres de ficción.
Esta novela de apariencia tan sencilla, que seguramente hará y está haciendo las delicias de jóvenes no habituados a la lectura, plantea sin embargo una situación narrativa complicada por su grado de indeterminación. Como ya he dicho, tanto Murasaki como Dama son creadoras, una de animes y manga, la otra de cuentos infantiles. Las creaciones de ambas se confunden con la historia presunta y trágicamente real que les ocurre: mientras que Sho-Shan Z cuenta la historia de una niña de 4 años catalogada como criminal a la que se busca encerrar en una cárcel de alta seguridad hasta que sea mayor de edad y de su madre Dama, sospechosa de terrorismo, los cuentos infantiles de Dama tienen como protagonistas a sus propias hijas, Murasaki y Cho, aunque en sus relatos no sean hermanas sino amigas –deseo profundo de Dama: que exista comunicación y afecto entre sus hijas.
Es difícil diferenciar los planos planteados como “real” y “ficticio” dentro del libro. Conforme avanzan páginas, el límite entre ambas dimensiones se va volviendo cada vez más tenue, de modo que los hechos más fantásticos, como metamorfosis de seres humanos en mariposas o en series animadas, nos van resultando verosímiles, aceptables en el sutil mundo planteado por la autora.
Uno de los postulados básicos del libro es, según mi opinión, el poder de la ficción para enriquecer nuestra vida y desagraviarnos de las ofensas que ella nos inflige. A pesar de que en su serie animada Murakami Fujita cuente una historia terrible, es gracias a ella que le da sentido y orden a esos eventos funestos que ocurrieron en su vida, dejándola confusa y quebrada.
Sin importar si lo que nos cuenta en la novela como real haya ocurrido realmente o haga parte de su imaginación, de sus recuerdos inventados, al narrarlo se ha tomado venganza contra la vida real, en la que tanto ella como su familia se encuentran indefensos ante los embates de una sociedad que los cataloga como anómalos y los rechaza: a Murasaki, por su aspecto de china; a Cho, por el síndrome que padece; a Dama, por su empeño de vivir a sus anchas, asumiendo como propia la cultura y forma de vida japonesas; y a Luís Monsalve, esposo y padre, por tener esa familia “rara”.
En la novela que Murasaki Fujita escribe, la misma que nosotros leemos firmada por Eve Gil, tanto ella como su hermana y su madre cuentan con superpoderes con los cuales defenderse de las canalladas del mundo. Además, Cho se traslada de un mundo ingrato y pedestre que no la entiende a un mundo ficticio donde es capaz de comunicarse sin problemas y realizar las hazañas más grandes. También está sugerida la idea de que, por medio de la ficción, se puede convocar nuevamente a la vida a seres que ya han cruzado su frontera. ¿Qué importa saber dónde queda el límite entre realidad y fantasía cuando la imaginación nos ayuda a sobrellevar las penurias cotidianas de la vida real?
Que suene a lugar común, que suene, pero Sho-shan y la Dama Oscura es sobre todo una novela conmovedora e intensa a la que le deseo que, como los libros de Rowling, gane más y más lectores para la literatura, tenga todo el éxito que merece.

*Javier Munguía, escritor sonorense es autor de dos libros, Genterio y Mascarada. Próximamente publicará el tercero en Editorial JUS. Ha sido acreedor a diversas becas y premios por su trabajo literario. 

Sho-shan & la dama oscura o como insertar el fabuloso mundo del manga en la sociedad mexicana

Por Adriana Herrera
Tomado de PODER 360

Laura Lara, directora editorial de Punto de Lectura y de Suma, un sello del grupo Santillana que se creó en 2006 para responder a la demanda de novelas ligeras, destinadas a hacer sentir a los lectores que sus situaciones “los atrapan” y que “están aprendiendo historia, hechos verídicos”, no publica historias fantásticas. Pero cuando Eve Gil –una sonorense que nació “10 días antes del 2 de octubre”, y había ganado el prestigioso Premio Fernando Benítez de periodismo, con una historia que contenía una explosiva mezcla de violencia y poesía totalmente real– le dejó su libro Sho-shan y la Dama Oscura, rompió las reglas de juego de la editorial y se lanzó a la aventura de publicar, para un público juvenil, “la primera novela en español acerca del manga”.
La historia de Dama Oscura y de sus dos hijas, Violeta Monsalve, una chica mexicana con apariencia de china y seudónimo japonés, Murasaki Fujita, que llega a ser una mangaka, una creadora de mangas y animes, y de su hermana Lu, que nació con un tipo de autismo llamado síndrome de Asperger, es insólita. Con una pluma leve, apta en efecto para “atrapar”, Eve Gil mezcla ficción y realidad en el universo de estos tres personajes que son mitad humanos y mitad criaturas manga –habitantes del mundo icónico y virtual de las caricaturas japonesas– de un modo que recuerda las tradiciones cervantinas. La narradora es Murasaki Fujita, quien, ya convertida en una famosa creadora de manga, ha transformado a la pequeña Lu en la poderosa superheroina Sho-shan Z que da nombre a una exitosa serie y al libro de Gil.
Pero a diferencia de las historias manga que Violeta/Murasaki dibuja, este libro no es una historia ilustrada, sino una novela (con algunos dibujos) que da vida a un género extraño: es un híbrido porque su estructura narrativa sigue las reglas de las ovas o capítulos de las películas manga. Es trasnacional, pues se apropia de tradiciones japonesas, para insertarlas en la sociedad contemporánea mexicana, a la que revela como intolerante e incapaz de aceptar lo diferente.
La historia es fantástica y roza lo violento y terrible: comienza cuando Lu tiene cuatro años y es acusada de asfixiar a su compañerito de juegos, mientras a Dagmar, su madre, que ha olvidado su pasado, la asocian con una terrorista japonesa desaparecida en la masacre de Tiananmen. Pero no sólo es, entre todos los cuentos y novelas de Eve Gil, “el libro más biográfico”, y el que más ama, sino el que de modo más paradójico exalta el amor filial, la unidad familiar y la lealtad. Además, continúa el legado de los modernistas que revelaron al mundo el arte y la literatura japoneses.
Como José Juan Tablada –quien dedicó sus “poemas sintéticos” a la poeta Shiyo y al viejo Matshuo Basho, cuya vida y obra cautivaron también a Octavio Paz– y que es considerado el introductor del haikú japonés en la poesía en español, Eve Gil, puede ser vista como iniciadora de una modalidad literaria que novela las hechizantes aventuras manga. No sólo inserta citas verídicas sobre famosos mangakas, y sus historietas, sino incluye series apócrifas –Tinta violeta– para honrar a la primera novelista moderna del mundo, Murasaki Shikibu, quien escribió con tinta de ese color el Genji Monogotari, gran clásico que alteró la épica para adentrarse en el universo psicológico de un príncipe.
En realidad, hay versiones manga de esta novela, pero no de la vida de Murasaki, a la que Eve revive en escenarios contemporáneos. Si Tablada escribió en una línea de un poema que “Hokusai lo pintó todo” –y de hecho, dibujos suyos se consideran los antecesores del Hen Tai, o porno manga–; Eve Gil juega con una reencarnación de Murasaki (Violeta, en japonés) para inventar una novela inclasificable, un género que con una enorme sonrisa llama “realismo mangiko”.
La predilección por la k, es sólo reflejo de su admiración por Japón. A diferencia de Tablada, que vivió seis meses en el País del Sol Naciente, ella nunca ha estado allí. Y, sin embargo, durante una larga década, desde el momento en que su hija Victoria (que en la vida real es la mangaka dibujante de las ilustraciones de su libro, firma como la narradora, Murasaki Fujita, y, como ésta, es hija de un padre de origen chino) tenía tres años y se apasionó por las series manga, quiso hacerle un regalo: adentrarse con ella en su universo.


Prohibido escribir en Hermosillo
Eve Gil empezó a escribir en Hermosillo cuando tenía 14 años. A los 19 envió la obra dramática Retrato de una pareja perfecta a un concurso local y lo ganó. Pero vivía en un ambiente de un machismo agresivo: cuando entró a estudiar Letras sus profesores menospreciaban su literatura, le decían que las mujeres “no deberían atreverse a escribir”. La apodaban “Corín Tellado”, hasta cuando la Universidad de Sonora convocó un concurso de novela en el que los jurados, “maestros de La Sorbona” dieron el veredicto en lo que para ella fue “una justa medieval” en la que salió vencedora.
Su novela, titulada Hombres necios, como el verso de Sor Juana, recogía su experiencia de vida con el movimiento estudiantil de Sonora en 1994, y una serie de reportajes hechos a los sobrevivientes del movimiento que se originó en la zona después del fatídico 1968 y particularmente a una mujer ex guerrillera y poderosa política a la que dio el nombre de Donají. Lo escribió a los 22 años y lo publicó a los 24. Pero entonces, lo que sintió fue más el vacío social que rodea a las transgresoras.
La situación empeoró en 1997 cuando El suplicio de Adán ganó el Premio del Libro Sonorense. Recreaba los rumores sobre un sacerdote de Hermosillo que siendo guapo al extremo, seducía a las más ricas feligresas para recaudar fondos con los cuales creó orfanatorios. Su novela horrorizó al director del Instituto de Cultura, “miembro del Opus Dei”, quien la mantuvo en las bodegas varios años, mientras ella recibía llamadas asegurándole su condenación eterna y circulaban boletines anónimos en contra de sus novelas. Cuando comenzó a circular realmente, el libro había sobrevivido una inundación, y ella, hastiada de la censura, dejó de firmar “Evelina” y se fue del lugar, convencida de que para una mujer estaba prohibido escribir en Hermosillo.


La respuesta de Eve
Como la famosa respuesta que escribió Sor Juana en su defensa frente a la censura, la de Eve, fue literaria. En Réquiem por una muñeca rota, dos chicas adolescentes de hogares disfuncionales se enamoran. Extrañamente su único texto abiertamente erótico –Cenotafio de Beatriz– en el que hay un cielo e infiernos posmodernos, surgió de una experiencia límite: cuando estaba embarazada de su segunda hija, sufrió eclampsia y supo que corría riesgo de muerte si continuaba el embarazo. Decidió asumirlo, y escribió ese libro, temiendo estar escribiendo su obra póstuma, mientras estrechaba la cercanía con su esposo, poeta y maestro doctorado en Literatura. Cuando la niña nació sufría como Lu síndrome de Asperger.
La historia de Sho-shan y la Dama Oscura se le ocurrió gracias a un episodio en el jardín infantil en que la directora le entregó una carta firmada por otros padres que pedían retirar a su Lu –que nunca ha podido hablar­– porque cometía actos agresivos como arrebatar las loncheras de los otros niños y era muy alta para su edad, lo cual les infundía temor. Su hija mayor –a la que otras veces debió defender porque los maestros no ven con buenos ojos su afición a dibujar mangakas, la consoló diciéndole que estaban atribuyéndole superpoderes a su hermanita. Así surgió Sho-Shan, y, durante la preparación de la novela, abrió un blog y se ha conectado con medio centenar de padres mexicanos, cuyos hijos son también “AS”.
A Eve Gil, le parece más perverso Tom y Jerry que los jaroi –animes con protagonistas homosexuales–; no ve menos violencia en los cuentos de hadas que en los manga, y le encantan libros como Harry Potter o Crepúsculo –“si hay una criatura que esté sola y merezca compasión es un vampiro”–, porque hablan de cómo sobrevivir en un mundo que pregona valores, pero se asusta ante los distintos. Su “realismo mángiko” revela que en lugar de ofrecerles ternura suele aplastarlos.

Sho-shan y la dama sonorense

Por: Luis Humberto Crosthwaite
Para comenzar es necesario hacer una aclaración: quien esto escribe no pretende ser objetivo porque simplemente el entusiasmo no se lo permitiría. En estas líneas no encontrarán ustedes un análisis exhaustivo y científico de esta singular novela, más bien serán gritos de entusiasmo.
(Imagínenme como una porrista emocionada, brincando y sonriente frente al triunfo de su equipo. Eso soy, y aquí brinco y sonrío, y me declaro, sin pena y más bien con orgullo, como devoto fan de la escritora sonorense Eve Gil.)
Y como fan me dirijo a ustedes:
Conocí a Eve cuando era mucho más que Eve; de hecho era cuatro letras más, Eve-lina.
Evelina Gil era una muchacha de ojos grandes y cabello largo que frecuentaba encuentros literarios en Hermosillo como uno de tantos jóvenes escritores egresados de la Universidad de Sonora. Dentro de poco publicaría y causaría escándalo con su primera novela Hombres Necios en 1993; pero esta novela y los premios con los cuales empezó su carrera no anunciaban aún la metamorfosis de Evelina hacia la escritora y periodista Eve, que tanto Felius como yo tienen el orgullo de presentar esta tarde.
Eve Gil es un caso único en las letras mexicanas. Aguda observadora, lectora empedernida, escritora compulsiva, su singularidad recae en el hecho de que es una autora que constantemente sorprende a sus lectores. Nadie sabe bien lo que saldrá de su cerebro norteño, ni siquiera me atrevería a especular sobre el tema que abordará en su próximo libro.
La admiro por novelas como Réquiem por una muñeca rota, publicada por Tierra Adentro en el 2000, y me entusiasmo por novelas como Virtus, del 2008, publicada por Jus.
Durante los últimos 15 años, Eve se ha vuelto una especie de terapeuta que logra sacar lo mejor o peor de sus personajes, todos muy humanos y desconcertantes. Sus historias no balbucean, saben hablar directamente, sin tapujos. Ella es una psicóloga de la narrativa pero también sabe leer el tarot, nos adivina.
La Muñeca rota es una adolescente gorda que duda de su belleza y envidia a la flaquita que es hermosa porque así lo dicta la sociedad. Eve sabe hacer reír, pero también estruja a sus lectores, estira sus fibras emocionales, seduce con sus palabras.
Virtus, en cambio, apela a la inteligencia más que a las emociones. Eve dirige la mira hacia nuestro sistema político y critica con ferocidad todo lo que ella considera inútil e injusto. En Virtus vivimos en una especia de mátrix donde la felicidad se nos receta a cucharadas virtuales. Es su propia versión del Mundo Feliz de Huxley, pero con un presidente prefabricado, nacido en Tijuana of all places.
Sin ella saberlo, con Virtus Eve se volvió mi mejor amiga. Me di cuenta que ambos surgíamos de mundos similares. En mi caso, la lectura de ciencia ficción me empujó hacia la literatura. La lecturas de seres extraterrestres como Ray Bradbury, Isaac Asimov y Ursula K. Leguin, entre muchos otros, me hicieron ver que la imaginación no tiene por qué estar limitada.
Pero con Sho-shan y la Dama Oscura, Eve es más que amiga, se vuelve una entrañable hermana.
Hace unos años, por no sé qué misterios, decidí profundizar en el cine de Akira Kurosawa. Y obsesivo como soy, a la vuelta de pocas semanas vi 29 de sus películas en orden cronológico, desde Sanshiro Sugata, de 1943, hasta su magistral Madadayo, de 1992. De ahí pasé al prolífico Yasujiro Ozu y no paré hasta quedar pasmado con cineastas como Takeshi Miike y el otro Kurosawa, Kiyoshi, uno de mis favoritos.
Mientras que los ojos se me alargaban de tanto cine japonés y la panza me crecía por tantas palomitas de microondas, no dejé pasar la oportunidad de sumergirme en el mundo manga. Era un regreso a mi infancia, aquellos tiempos cuando me hipnotizaban series de televisión como Fantasmagórico y Kimba, el león blanco, o sentía repugnancia por Candy Candy o Heidi que yo consideraba (guácara) sólo para niñas. (Todavía me dan ganas de vomitar pensar en la canción del abuelito dime tú.)
En esta nueva jornada de manga y anime, ya muy adulto y muy escritor, pasé por historias maravillosas como Ghost in the shell, Milenium actress, Perfect Blue, Grave of the Fireflies; repasé no sin chillar melodramas como las aventuras del pequeño Remy, además de clásicos como Akira, Ninja Scroll y por supuesto todo lo del maestro Hayao Miyazaki.
Y por si esto fuera poco, no me perdía un episodio de Pokemon y aprendí a jugar Yugi-Oh, aunque jamás logré ganarle a mi hijo Santiago, quien siempre tenía mejores cartas que las mías.
Nunca imaginé que con esta inmersión a la cultura japonesa no hacía más que prepararme para el más reciente libro de Eve Gil. Se puede decir que estaba más que listo para leerlo.
Para mi sorpresa (y nótese que “sorpresa” es una palabra recurrente cuando hablo de Eve), ella escribió un libro que se desarrollaba en un punto intermedio entre el mundo de los mortales y el universo manga. En el mejor estilo japonés, Sho-shan y la Dama Oscura contiene todo el drama, complejidad psicológica y violencia propia de los mejores animes. La protagonista, una niña mexicana con rasgos orientales, lucha contra el mal y la injusticia, sufre calamidades, se enfrenta a su destino y resulta triunfante a pesar de las tragedias.
Pero la historia no es simplemente una serie de eventos, existe también un trasfondo, un análisis de la intolerancia social, del rechazo a quienes se considera diferentes.
Violeta Monsalve (llamada también Murasaki y eventualmente Sho-shan), parece “chinita” por sus ojos rasgados y por su fascinación por esas historias con monitos de ojos grandes. Es juzgada como “rara” y propensa a la violencia.
Su hermana menor, Luisa (llamada también Lu y Cho, que significa “mariposa”), no habla, sufre ataques y es diagnosticada con el Síndrome de Asperger. Aún teniendo cuatro años, los adultos la culpan de un crimen imposible.
Su ángel protector es la misteriosa escritora Dagmar Obscura (llamada también Dama y quizás Danae Fujita o Valentina Nóvgoroda). Ella es la heroica mamá que lucha contra los estereotipos y defiende su derecho de educar a sus hijas a su manera.
Sho-shan y la Dama Oscura es una novela breve e intensa, de corte juvenil, mestiza entre lo mexicano y lo japonés. Ahí están los personajes con superpoderes y los personajes cómicos, torpes, malvados y benévolos que nunca deben faltar. Ahí están los espectros y figuras ancestrales que son tan capaces de devorarnos como de darnos un sabio consejo. Pero tratándose especialmente de Eve Gil, ahí está el gusto por contar historias, la escritura fina que la caracteriza y el afán por sorprendernos, (sí otra vez la palabra “sorpresa”).
Sho-shan y la Dama Oscura llega en un momento en que todo parece estarse volviendo un poco manga: seres poderosos y sus ejércitos de secuaces mueven los hilos de este país, mientras los héroes anónimos tratan de sobrevivir un día a la vez. Sólo falta la llegada de esos personajes mitológicos que nos defiendan de las fuerzas malignas; los que pueden volar o lanzar centellas o por lo menos contar con un inventario de robots gigantes o amigos mágicos. Ellos faltan para defendernos de los opresores; mientras tanto contamos con Eve, que no sabe defraudarnos, un personaje que ya tiene los ojos grandes y el superpoder de su escritura.
Espero que todos aquí hayan leído algún libro de Eve Gil (recomiendo además las tres historias que forman su premiado Sueños de Lot), o por lo menos espero que la conozcan por sus excelentes blogs.
Reitero que es para mí un orgullo estar aquí y agradezco a los organizadores de la Felius por haberme permitido la oportunidad de hablar sobre este libro.
Tijuana, B.C, octubre 12 del 2009