Lectura Capítulo 1 "Sho-shan y la dama oscura

Mariposas revoloteando sobre pliegos de papel arroz


Por: Isaí Moreno
Cierta ley literaria no escrita reza que la literatura de un autor es consecuencia natural de obras antecedentes, influencias, o se asume como continuidad de una tradición artística, iniciada por lo común por los maestros. En ocasiones, el destino coloca ante nuestras manos ejemplares de textos rara avis que no se someten a ese canon, o bien, proponen una variante nueva en el juego. Sho-Shan y la Dama Oscura (Suma, 2009) es una novela curiosa y extraña que irrumpe sin anuncio alguno en el panorama las letras hispanas. Jamás se había publicado libro semejante en América Latina que le precediera. Eve Gil, periodista y escritora que anteriormente ha exhibido sus dotes narrativas en el cuento (género en el que posee el Premio Efraín Huerta por Sueños de Lot) y en la novela de ficción especulativa Virtus, nos entrega esta ocasión su sexta novela, obra no exenta de su capacidad fabuladora. Por el contrario, a partir de su perfeccionamiento narrativo anterior, Gil va en busca de una literatura de más larga sumersión, dispuesta a bucear en aguas profundas.
Hay quienes otorgan valía a la novela de Eve Gil por el modo en que nos acerca a la cultura oriental. Sobraría mencionar a otros autores de América Latina que ya exploraron el Japón y la China en su obra, como consta en la narativa de Mario Bellatin, César Aira, Salvador Elizondo o Augusto Roa Bastos. Décadas atrás, Tablada popularizó en México el haikú y los caligramas, casi a la vez que Octavio Paz introdujo la literatura japonesa milenaria (se hizo milenaria en los años noventa) al traducir y comentar fragmentos del Makura no soshi (El libro de cabecera) de Sei Shonagon, mucho antes que Greenaway lo hiciera famoso. Sin embargo, Sho-shan… no tiene ese cometido: el de pintarnos panoramas de oriente con el fino pincel, o servirnos trozos de Japón y de China aderezados con salsa de soja entre las páginas que la conforman.
Ante todo, Eve Gil, evidente conocedora no sólo de la cultura japonesa, sino también de sus tradiciones narrativas, apuesta por una fusión genérica de dos géneros que nacidos en Japón: la novela y la narrativa del manga. La narrativa mangaka es conocida por su incorporación de imágenes, aunada a historias de índoles diversas, la mayoría de las veces complejas, y nadie duda de su origen nipón en el siglo XX. Pocos, sin embargo, saben que el género de la novela, como se le conoce actualmente, vio también su primera luz en Japón durante los días del glorioso período Heian, hace poco más de mil años, ante los pliegos de papel de arroz de la prodigiosa Murasaki Shikibu. El experimento de Eve Gil es mucho más meritorio en ese sentido: inicia con la búsqueda de lo literario en sí, a la vez que reúne con sutileza dos géneros nipones que representan lo clásico antiguo y lo moderno pop. El resultado es un artefacto artístico que ha venido a pelear por su sitio en la literatura de habla hispana (aun siendo, por todo lo mencionando arriba, una novela muy japonesa). ¿No es esto mucho mejor que el optar por ofrecernos un fajo de tarjetas postales de Oriente?
En colaboración con ‘Murasaki Fujita’, quien aporta al libro excelentes ilustraciones manga, Eve Gil consiguió un ensamble de literatura a la que dio en llamar realismo mángiko, para aludir que su obra bordea fronteras, tanto literarias como de planos de realidad.
Eve Gil debió percatarse de que la tentación de su experimento corría grandes riesgos. Uno de ellos era el de entregarse al ofrecimiento visual de su propuesta, o bien, su juego, y descuidar el arte de narrar. Por fortuna, Gil forzó su talento ficcionador y se concentró ante todo en ofrecernos una historia cargada de complejidad y presencia de personajes. Los mismos mangakas son conscientes de que su arte los obliga a saber narrar muy bien una historia, sólo ese hecho permitirá nombrar logro al resultado de sus esfuerzos. Contar historias con maestría es algo muy difícil.
La mangaka Violeta Monsalve, mejor conocida como Murasaki Fujita -joven y exitosa fabuladora mexicana de manga de tan sólo veintiún años-, tiene cierto día el impulso de remontarse diez años atrás en su vida para rescatar, en sus memorias de niña, el acontecimiento increíble que aún le estruja el alma y que diera origen a su popular personaje de manga Sho-Shan Z. Violeta quiere contarnos su propia historia, la de su hermana Lu y la de su enigmática madre, escritora presa de la amnesia. Esto hace de Sho-shan… testimonio a la vez que confesión.
Aplicada a su revisión del pasado, investigando en esa oscuridad sombría en la que se extravía el corazón de los padres -los suyos propios en la época a la que se remonta-, Murasaki revisa sus diarios de niña y sus mangas de aquellos días. Intenta entender la situación en la que se encontró su aún más joven hermana de cuatro años, pequeña hiperactiva con manifestaciones de autismo que un mal día da muerte a un niño de su propia edad. El síndrome de Asperger, ese que gobierna los hábitos de Lu, se distingue entre otras características por causar obsesión en quien lo padece, canaliza la atención de la mente en objetos particulares y la desconecta de todo lo demás. Así, un paciente de este mal puede obsesionarse por los dinosaurios, por los espejos, por algún color, etc. La fijación de Lu son las mariposas. Sin la presencia de mariposas, quienes la tranquilizan, la niña Lu, llamada Cho en casa, palabra que significa mariposa en japonés, tiene el impulso descontrolado por destruir todo lo que encuentra a su paso. No siempre hay mariposas en las cercanías… ¿Cómo afrontarán sus padres que debido a ese autismo, aunque hay un demonio implicado en el percance, un ser maligno que detesta los duraznos y al que sólo Lu y su hermana perciben, haya dado muerte a ese niño? ¿Cómo lo manejará la sensacionalista prensa mexicana? Violeta Monsalve se encargará de contárnoslo. Y eso es sólo el principio de los conflictos.
La joven de once años necesita ayudar a sus padres ante el acoso de las autoridades y los medios, éstos últimos empecinados en mostrar que la madre de Violeta y Cho, Dagmar, es una irresponsable, ante todo por permitir a las niñas el acceso a las violentas historietas ilustradas de manga y anime. Más aún, con gala de amarillismo, la prensa asegura que esa madre metida en problemas es una terrorista indocumentada de la China de los años ochenta, prófuga en México. A partir de ello, atando cabos por acá y por allá, Violeta Monsalve (alias Murakami) empieza a sospechar que su padre no es su progenitor... Llegados a este punto, la novela Sho-Shan… ya ha generado muchas expectativas y tiene planteados conflictos intrigantes. Eve Gil resuelve esos problemas, ata cada cabo para evitar su soltura y nos planta, por añadidura, ante el problema de la identidad de su personaje, para entonces entrañable. ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, debe preguntarse la azorada Violeta.

Las tradiciones del lejano Oriente otorgan un significado especial a las mariposas. Recordemos el cuento chino de Zhuangzi y la mariposa, homenajeado después por numerosos maestros, entre ellos Salvador Elizondo. Las mariposas son el nexo entre dos realidades igual de desafiantes: la del mundo perceptible y la del sueño. Eve Gil es una fabuladora de sueños, en su novela éstos son conductos invisibles a otra realidad insospechada: la del anime. El trío de Violeta, Lu y Dagmar, sin saberlo forma parte del anime. El mundo real, el incuestionable, en el que se revela la verdad de las cosas, es el del anime. Las mariposas conectan realidades. Textos diversos orientales y occidentales, analistas de sueños y videntes relacionan el aleteo de tales insectos lepidópteros con augurios y presagios. ¿Son mensajeras? Sí. Y emisarias. Y guías. Eve acierta al asociar a Lu, habitante autista de un mundo de ensueño, con la fascinación por las mariposas. Cho. Mariposa. La autora juega al sueño, al sueño dentro del sueño, y hace que recordar la pregunta del poeta Volgelweide: ¿He soñado mi vida o fue un sueño? Del sueño, que es mecanismo de transporte, la narradora nos vuelve a pasear por la realidad del manga y de ahí nos devuelve a la realidad, a la historia cruel de la madre de Murasaki Fujita en la plaza de Tiananmenn, en la que, por obra de los acontecimientos azarosos, se bifurcaron caminos. De uno proviene Lu. Del otro, Violeta.
Escritura y manga sirven a Violeta Monsalve como mecanismo de investigación y autoconocimiento, por no decir de revelaciones.

En resumen, Sho-shan… es una historia de personajes por cuyas venas corre sangre humana, y a cuyo alrededor revolotean mariposas de palabras bellas. Novela creíble y viva, la de Eve Gil es un logro mángiko, en otra palabras, un logro narrativo.

1 comentario:

VALERIA dijo...

EXCELENTE ARTICULO, PROFE ISAI, ME ENCANTÓ. EVE, INSPIRADORA SIEMPRE, QUE CARAY...!!!